Hotel San Leonardo: historia, arte y un entorno natural cautivador

En el corazón de las Sierras Chicas, se erige una joya arquitectónica en Agua de Oro: el hotel San Leonardo. Este establecimiento no solo ofrece alojamiento, sino que también funciona como restaurante, casa de té, tienda de antigüedades, museo y salón de eventos.

La construcción, que data de la década de 1930, fue obra del arquitecto Augusto Ferrari, reconocido por su diseño de las iglesias en Unquillo y Villa Allende, así como de la Iglesia de Los Capuchinos en la ciudad de Córdoba. 

Debido a su valor histórico, el hotel San Leonardo figura en la lista de inmuebles de la Comisión Nacional de Monumentos de la Nación.

Originalmente concebida como casa de retiros y posteriormente transformada en hostería, esta edificación se ha convertido en un hotel que invita a los visitantes a explorar la historia y el legado de Ferrari, un destacado arquitecto y pintor italiano.

Una de las recomendaciones más destacadas es visitar la sala de objetos vintage, considerada uno de los atractivos más interesantes del lugar. (Foto: Córdoba Turismo) 

Los huéspedes pueden disfrutar de un delicioso almuerzo o una tranquila tarde de té, todo enmarcado por un paisaje serrano que cautiva, a pocos metros de la Ruta E-53.

Una de las recomendaciones más destacadas es visitar la sala de objetos vintage, considerada uno de los atractivos más interesantes del lugar. 

Esta sala alberga una colección de más de 1.500 piezas, cuidadosamente reunidas por su propietario a lo largo de más de 30 años. Para aquellos interesados en las visitas guiadas, se sugiere consultar con anticipación.

Claudia González y Eduardo Argüello, los dueños del hotel, también son los coleccionistas. "Estamos hablando de muebles históricos. Pudimos hacer la exhibición completa de parte de nuestra colección a través de la distribución en las habitaciones", dijo Claudia a Cadena 3.

El Círculo de Coleccionistas de Córdoba, fundado en 2019, promueve un "coleccionismo sustentable", evitando la acumulación excesiva de objetos. "Hay cerca de 105 carteles en el techo, que era la primera etapa mía de coleccionista de publicidad", dijo Eduardo al respecto.

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