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26/06/2023 | 12:49 |
Sergio Suppo
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Córdoba acaba de pasar de una hegemonía política a un sistema de equilibrio. Aunque los cordobeses volvieron a elegir a un peronista como desde 1998, el nuevo gobernador no tendrá la comodidad que tuvieron De la Sota y Schiaretti.
Este proceso no terminó. Falta saber si el peronismo será capaz de retener la ciudad de Córdoba, ciudad desde donde ayer salieron los votos que hicieron gobernador al intendente Llaryora. Viene, el 23 de julio, una dura batalla entre Daniel Passerini y Rodrigo de Loredo.
El peronismo pagó el precio de perder 15 puntos respecto de la anterior elección, la reelección de Schiaretti, por varias razones. La primera: El desgaste de un ciclo político largo. Y luego, el error de no atender que la crisis cambió las demandas sociales. Y de ella, la primera de todas, el auge de la inseguridad.
El gobernador electo no terminó de captar en su beneficio la buena imagen de Schiaretti y eligió construir su resultado a partir de su propia gestión. Hay, ahí, el principio de un quiebre político expresado en el discurso del triunfo de esta madrugada en el que con especial énfasis el intendente dijo que viene un cambio generacional. Eso y decir que quiere jubilar a Schiaretti es bastante parecido.
Llaryora tiene ahora la ventaja de la oportunidad para gobernar y el desafío de buscar consensos que sus antecesores nunca tuvieron la necesidad de buscar.
Otra clave del resultado. Muchos preguntan dónde está el voto protesta que a nivel nacional venía expresando Javier Milei. En gran medida, Luis Juez canalizó ese voto protesta; es, al fin, un dirigente hijo del “que se vayan todos” de 2001.
Juez logró liderar una trabajosa unidad con el radicalismo y el PRO que fue bombardeada sin éxito por el peronismo provincial y por la propia dirigencia nacional de Juntos para el Cambio. Es su mérito para un dirigente sin más estructura que él mismo.
Sin embargo, en otra elección, Juez encontró sus propios límites. Podrá ser quien mejor expresa el anti-kirchnerismo, pero no termina nunca de ser aceptado por gobernar Córdoba. Esta fue su tercera derrota como candidato a gobernador, una más que De la Sota.