El Gobierno no sale del impacto de la derrota

Empezamos la semana con el rebote que nos dejó el intensísimo viernes político que tuvimos, cuando más o menos a esta hora registrábamos un cambio de rumbo en el tratamiento del presupuesto en el Congreso de la Nación.

Estaba todo acordado el viernes a media mañana para que el presupuesto volviera a boxes, entrara a reparaciones en Comisión y saliera para aprobarse. Hubiera habido tiempo para negociar un acuerdo entre el Gobierno y la oposición, o por lo menos con algunos sectores de la oposición, que hiciera posible votar el proyecto en el recinto.

Ese acuerdo estaba por concretarse hasta que Máximo Kirchner decidió ir contra los opositores con los que se había negociado desde el propio oficialismo. Así, de un minuto para otro, lo que era casi una realidad se convirtió en una frustración. El presupuesto fue rechazado por el voto mayoritario en la Cámara de Diputados de la Nación y el Gobierno se vio obligado a modificar su discurso y a tratar de salir del estado de shock en que se encuentra.

Hemos visto varias reacciones a propósito de este revés que sufrió en la Cámara de Diputados el oficialismo.

La primera reacción, el mismo viernes, fue del jefe de los diputados nacionales del peronismo, Máximo Kirchner, que poco menos celebró haber abortado el acuerdo y haber impedido que se siguiera negociando en el Congreso.

La otra reacción fue la del presidente, que le reconoció a Kristalina Georgieva, la jefa del Fondo Monetario Internacional, con la que tenían acordado un encuentro telefónico para ese mismo día, que había habido un “contratiempo significativo” en la posibilidad de tener un presupuesto aprobado para continuar la negociación con esa organización internacional.

Otro punto que ha generado irritación y que está haciendo saltar el tablero político opositor, fue la declaración por medio de un par tuits del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que advirtió a las provincias que iban a perder mucho dinero por no haber instruido a sus diputados para aprobar el presupuesto nacional.

Ahora el Presidente deberá reconducir el presupuesto 2021 hacia el año que viene y tendrá la discrecionalidad, pero también la responsabilidad, de ver cómo reparte los recursos del Estado del año que viene. Y aquí me detengo en un detalle: el presidente Alberto Fernández, cada vez que viaja a las provincias, dice que es el presidente más federal de la historia. ¿Lo será ahora que tiene la lapicera, como dice Cristina Kirchner, para ver cómo asigna las partidas que el presupuesto no establece porque no está aprobado? Es la pregunta que queda pendiente para un año que se avecina realmente complicado en materia económica, pero también en materia política, precisamente porque el Gobierno no tiene una sola línea, no se sabe si quiere negociar o si quiere pelearse con la oposición.

Y la oposición también tiene el mismo problema. No tiene claro realmente qué línea política debe tener o si debe haber o no alguna puerta abierta para negociar los aspectos de la vida política argentina con el Gobierno.