El intento de matar a Cristina y el intento de reemplazar hechos por creencias

Hoy tengo dos temas para abordar en esta columna: en primer lugar, la sesión para aprobar la Ley Bases. Aunque no está garantizado que el paquete fiscal -la extensión a los trabajadores del impuesto a las Ganancias- tenga los votos necesarios, se espera que finalmente se termine este capítulo esta noche y el gobierno de Javier Milei tendrá una herramienta más pequeña de la que pedía, pero la tendrá.

En segundo lugar, ayer comenzó el juicio por el intento de asesinato de Cristina Kirchner el 1 de septiembre de 2022. Aquella noche del jueves en la que Cristina estaba improvisando un nuevo acto a propósito de su situación judicial y durante una semana había una especie de aguante kirchnerista frente a su casa allí en Recoleta. La imagen es uno de los momentos más dramáticos de la democracia argentina en los últimos 40 años: Cristina con su cabeza muy cerca del gatillo.

El autor material del intento es Fernando Sabag Montiel, un marginal acompañado por Brenda Uliarte y una tercera persona pertenecientes al grupo conocido como "la banda de los copitos". El kirchnerismo estableció desde un principio que este grupo no podían ser realmente los autores intelectuales y empezaron a construir creencias sobre supuestos autores detrás.

A pesar de tener todos los recursos para investigar e identificar posibles autores intelectuales detrás del hecho, el kirchnerismo no llegó a ninguna conclusión. Ahora nos encontramos ante un juicio donde se repite la idea conspirativa de una gran trama detrás del intento de asesinato.

Sabag Montiel confesó que intentó matar a Cristina por considerarla una ladrona. Su relato detallado y la forma en que hablaba llamaron la atención. ¿Cuál es su estrategia de defensa? ¿Buscaba fama y reconocimiento social, como en otros casos de magnicidios?

Por otro lado, hay quienes creen que todo fue un fraude inventado por Cristina para obtener beneficios políticos. Pero estas son solo creencias y supuestos que reemplazan los hechos.

Al final del juicio, tal vez nos encontramos con tres marginados que quisieron hacerse famosos e idearon el temerario plan de asesinar a la vicepresidenta de la Nación. Y casi lo logran. Solo un golpe de suerte o una falla técnica evitó lo inevitable si esa pistola hubiera funcionado correctamente.