El país, sin presupuesto; Milei, con todo el poder

En el ámbito político, hay momentos en los que la ausencia de algo puede ser tan significativa como su presencia. Este es el caso del presidente Javier Milei, quien, por segundo año consecutivo, no cuenta con un Presupuesto aprobado por el Congreso de la Nación. 

Al asumir el 10 de diciembre de 2023, ya se sabía que el Presupuesto, elaborado por el exministro de Economía Sergio Massa, no iba a ser el plan que Milei pretendía implementar. La situación se tornó aún más compleja cuando el Congreso, desconcertado por la llegada de Milei, se encontró en un limbo de desacuerdos. Ante esta realidad, el Presidente decidió reconducir el Presupuesto del 2023 para gobernar durante el 2024.

El resultado de este enfoque ha sido un equilibrio fiscal que, según las encuestas, es valorado positivamente por una mayoría de argentinos. Sin embargo, es importante matizar que este consenso no es absoluto. 

En este contexto, Milei se encuentra atravesando un momento de apogeo político, especialmente en estas festividades de fin de año. Pero, como en toda situación política, cabe recordar que lo que hoy parece ser un éxito podría cambiar en el futuro. En política, habitualmente se comenta la "foto", no la "película", y nadie puede predecir con certeza lo que vendrá.

Es relevante señalar que Milei eligió no iniciar una negociación seria con los bloques opositores del Congreso para discutir el Presupuesto. Su convicción de que los opositores modificarían demasiado su propuesta original lo llevó a evitar un diálogo profundo. 

Así, la conversación se agotó rápidamente, y hace aproximadamente 15 días se confirmó que no habría sesiones extraordinarias. Esto significa que el Presupuesto de 2025 quedará a criterio del Presidente, lo cual, en términos de poder, es una victoria para Milei.

Sin embargo, este escenario plantea serios interrogantes sobre la institucionalidad. ¿Es realmente positivo que el presidente tenga carta blanca para manejar los recursos del Estado Nacional? Los defensores de Milei pueden argumentar que ha administrado bien el 2024, pero esta lógica presenta riesgos. 

La esencia de una república radica en su estructura normativa y legal, y no en el capricho de un líder. Las repúblicas operan bajo un marco de leyes que delimitan los derechos y obligaciones en la gestión de los recursos públicos. La ley de presupuesto no es una mera formalidad; es un componente esencial del funcionamiento del Estado.

Tomemos como ejemplo a Estados Unidos, donde la falta de Presupuesto puede llevar al cierre de ministerios. Este tipo de situaciones obliga a los gobiernos a realizar malabarismos para mantener el funcionamiento del Estado. Lo que podría ser favorable para Milei en su gestión actual, puede convertirse en un problema si la discrecionalidad en el manejo de los fondos se vuelve la norma. 

No estoy sugiriendo que Milei actuará de manera arbitraria, pero la historia reciente de la política argentina nos muestra que muchos presidentes han ejercido su poder de manera discrecional.

Es sorprendente que, a pesar de las lecciones aprendidas, se acepte que un Presidente continúe gobernando sin un presupuesto nacional. Aunque Milei pueda tener buenas intenciones y un enfoque de ajuste necesario, es fundamental que exista un marco regulador claro que guíe su gestión. La ausencia de un presupuesto no solo es un vacío administrativo; es una falta de responsabilidad política que puede tener consecuencias a largo plazo.