Edgardo Kueider (Foto: archivo).

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El tránsfuga, los farsantes y la celebración de goles con la mano

13/12/2024 | 12:15

 

Redacción Cadena 3

Sergio Suppo

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El tránsfuga, los farsantes y la celebración de goles con la mano

El episodio protagonizado por el senador Edgardo Kueider es un claro ejemplo de la doble moral que permea la política argentina. 

Este país, que celebra los goles propios con la mano, se indigna cuando el rival hace lo mismo. 

Kueider, elegido por el peronismo kirchnerista en Entre Ríos, se convierte en un tránsfuga al alinearse con Javier Milei. Para muchos, esto puede parecer aceptable, pero para mí, traicionar la voluntad del pueblo que lo eligió es inaceptable, sin importar el bando al que pertenezca.

Al funcionario ya se le atribuían varias causas penales, incluso antes de la causa en Paraguay, donde iba con su secretaria y 200 mil dólares. 

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La hipocresía se hace evidente cuando se ignoran estos antecedentes en nombre de la conveniencia política. Aún así, Kueider tiene derecho a defenderse, y es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, muchas cosas pesan en su contra.

La situación se complica cuando, tras su detención, se observa un repentino brote moralista dentro del kirchnerismo, que busca recuperar la banca que Kueider ocupaba. 

Por otro lado, los libertarios enfrentan un dilema similar. Su indecisión sobre cómo actuar con Kueider revela un temor a que este pueda hablar y comprometer a otros. 

En el contexto de la Cámara de Diputados, se evidencia un intercambio de favores que pone en tela de juicio sus principios. Y el tratamiento de la ficha limpia se convierte en una moneda de cambio en lugar de un compromiso genuino con la ética política.

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Además, la pelea entre el presidente y la vicepresidenta no hace más que evidenciar la falta de respeto hacia las instituciones. La ausencia de comunicación y la falta de formalidades en el traspaso del poder son preocupantes. Las instituciones deben ser respetadas, y las formas tienen consecuencias. 

En definitiva, la política argentina sigue llena de "goles con la mano", donde las acciones no siempre se alinean con los discursos. Este escenario plantea interrogantes sobre la moralidad y la ética en el ejercicio del poder, y es un recordatorio de que la rendición de cuentas es fundamental en una democracia saludable.

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