Francos, la apuesta de Milei por la negociación

Observamos con preocupación la situación política actual. Nicolás Posse, un hombre que prometía ser una figura importante en el gabinete del presidente Javier Milei, no cumplió las expectativas y fue despedido. Su despido rompe una amistad de largo tiempo con Milei y pone en evidencia las tensiones internas del Gobierno.

Posse era visto como una espada ideológica dentro del Gobierno, alguien que compartía notablemente las ideas y visión del presidente. Pero su enfrentamiento con Carina Milei, hermana de Javier y persona de gran influencia en el Gobierno, lo llevó a su caída. La tensión llegó a tal punto que ayer circularon versiones de espionaje contra la Secretaría General de la Presidencia y otros funcionarios.

Este incidente también resultó en el despido del jefe de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia), Silvestre Sivori, quien había llegado al cargo por recomendación de Posse. Ahora nos preguntamos quién será nombrado como nuevo titular de este organismo tan importante para cualquier gobierno.

Mientras tanto, Guillermo Francos asume como jefe de Gabinete sin haber jurado formalmente aún debido a un viaje presidencial pendiente. Francos tiene por delante una agenda inmediata: lograr que se apruebe la Ley de Bases. Sin embargo, ya anticipa que es probable que esta ley nunca se apruebe.

En este contexto complicado, es importante recordar que el partido gobernante de La Libertad Avanza no ha cubierto seis de cada 10 cargos gubernamentales aún disponibles según su organigrama oficial. En los 169 días que lleva Javier Milei como presidente, ya se han despedido a 32 funcionarios. Esto significa que un funcionario es despedido cada 5 días en promedio.

El problema de Milei no es su visión o su capacidad para comunicarse con la gente, sino su gestión y falta de equipo. Como dijo Francos en una reciente entrevista, al presidente le cuesta la política. No la entiende ni le sale naturalmente.

La llegada de Francos y Federico Sturzenegger al gabinete parece señalar un cambio hacia el consenso y el diálogo político. Sin embargo, sin la herramienta de la Ley de Bases, Sturzenegger no podrá llevar adelante las reformas que se esperan de él.