La frívola irresponsabilidad que sigue al drama

En primer lugar, una noticia, una advertencia: Raúl Castells, el dirigente piquetero, desde anoche estaba diciendo que él es el autor del comienzo de los robos en banda. Que haya sido él quien los mandó es falso, por más que lo doga. Lo de Raúl Castells es temerario e irresponsable por supuesto, pero no tiene capacidad para generar lo que pasó en Argentina en la última semana. Que este señor se suba a esta desgracia para tratar de atribuírsela y justificarla políticamente es una cosa, que él sea el verdadero instigador de los hechos, no es así.

No lo estamos absolviendo, muy al contrario al contrario estoy diciendo que es un irresponsable. Nos está macaneando, a lo mejor sí mandó algún mensaje de texto, no lo sabemos.

Pero esto es operación de otra escala que escapa a un personaje menor de la política argentina.

En segundo lugar, el desgobierno que tiene la Argentina se hace más evidente cuando desde el propio gobierno nos entregan por lo menos dos versiones completamente opuestas de lo que ha estado sucediendo.

Aunque me gustaría poner todo esto en pasado, lamentablemente uno tiene que pensar que algunos episodios pueden seguir ocurriendo.

Pero sobre los hechos que han ocurrido hasta ahora, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, los describió como producto de bandas de jóvenes organizadas a través de mensajes, etcétera.

Es una versión de los hechos que empezó a coincidir con las autoridades, por ejemplo de Córdoba y de Mendoza, en buena parte también de la provincia de Buenos Aires, donde ayer empezaron los intentos de saqueo en el conurbano.

Hay una especie de coro de funcionarios provinciales y nacionales en este sentido. Pero hay otra versión del Gobierno que a los medios de comunicación nos obliga a decir el gobierno acusó a Milei y ahora también a Bullrich de los incidentes provocados en las últimas horas.

A esto lo provoca otra protagonista irresponsable de la realidad argentina que es la vocera presidencial, Gabriela Cerruti.

Se le ocurre comentar en las redes sociales que a ella le parece que Milei o que puede haber sido instigador, o Patricia Bullrich. Lo da por cierto sin ningún fundamento. Primero, la señora Cerruti es una funcionaria pública. Si ella considera que una persona o un grupo de personas o varias personas, están cometiendo el delito de instigación que es un delito tipificado por el Código Penal, tiene la obligación de ir a la justicia y hacer una denuncia.

Pero por ahora nos pasa videítos como si esto fuera una comedia italiana y, en realidad, es un culebrón en toda la Argentina.

Las líneas de fiebre que la Argentina demostró en apenas tres días, a propósito de esta operación gestada vaya a saber desde qué oscuro nivel del poder político, demuestran el estado de precariedad que el país vive en términos sociales.

Hay decenas de bandas, fundamentalmente de jóvenes, que están decididos a salir a robar y a saquear, y por eso mismo a contagiar a otros sectores sociales deprimidos para que vayan a hacer lo mismo.

Y hay también centenares de personas, pequeños y medianos comerciantes, que han decidido armarse para defender a los tiros la propiedad que tienen.

Esta situación es de por sí grave gravísima y obliga a ir tratando de salir a lo mejor posible de ese pozo, con irresponsables como la señora Cerruti o Castells.