La inesperada crisis que ensombrece las fiestas

Esta es una de las Navidades más felices de los últimos años porque nos sigue durando el efecto de la alegría que nos provocó el Mundial. Pero no nos pueden ver contentos, no nos pueden ver felices, desahogados.

El Gobierno acaba de inventar un conflicto político ahí donde no debiera haber un conflicto político simplemente porque los fallos judiciales están para ser cumplidos. Me han escuchado muchas veces decir que a los conflictos políticos en los procesos políticos hay que mirarlos desde su origen. En este caso hay dos puntos de partida que en paralelo nos llevan a este lugar en el que estamos hoy.

Cuando empezó este gobierno en diciembre de 2019, Cristina Kirchner imaginó que por volver al gobierno iba a tener impunidad judicial, esto es, que las urnas iban a someter también políticamente a los jueces que la estaban investigando.

Y luego, como hemos comprobado hace pocas semanas descargó una presión detrás de otra, imaginando que iba a dar resultado. No le fue bien. En paralelo, el presidente Alberto Fernández, con motivo de la inesperada pandemia, construyó un cierto consenso político que le estaba resultando muy bien hasta que Cristina se metió en el medio.

En su súper momento obligó al Presidente a meterle un manotazo a la caja de su principal socio en la pandemia, Horacio Rodríguez Larreta, con el que había empezado a construir una relación normal en términos políticos, pero anormal en la Argentina, donde no se toleran los acuerdos políticos ni las convivencias racionales. 

Entonces fue que, como acabo de decir, le metió un manotazo a la caja de Horacio Rodríguez Larreta con la excusa de que con esa plata había que subsidiar los aumentos que Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires tenía que pagarle a los policías que le habían hecho una huelga.

Estaba más que cantado, por la jurisprudencia, que la Corte le iba a fallar en contra de esa decisión política.

El martes pasado terminó dándole la razón. El capítulo final es el que estamos viviendo entre anoche y hoy. El Gobierno rodeado de gobernadores del peronismo, 14.

Esto es un golpe institucional porque no se puede desconocer un fallo de la Corte sin violentar el más elemental principio republicano que es la división de poderes. 

El Poder Judicial es independiente y siempre tiene la última palabra en materia de eventuales delitos que se puedan cometer. Y finalmente, el Gobierno va a cumplir con el fallo de la Corte o estamos frente verdaderamente, como lo denunció la oposición, a un golpe institucional perpetrado desde el mismo poder contra el poder de al lado. Si esto fuera así, esta Navidad no sería tan tranquila como lo merecemos.