Carmona y Cantero, presos que desnudan el sistema penitenciario argentino.

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Los mil y un despropósitos de las cárceles argentinas

14/05/2024 | 12:20

 

Redacción Cadena 3

Sergio Suppo

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Los mil y un despropósitos de las cárceles argentinas

Hoy traigo una noticia que tiene muchos años, casi 170 años. Es el artículo 18 de la Constitución Nacional, que dice en su último inciso, "las cárceles de la nación serán sanas y limpias para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas".

Es un artículo muy sabio. ¿Por qué? Porque los constituyentes del 1850 y tantos pensaron que los presos no iban a ser presos toda la vida. Y así es. Aunque muchos deseen que "tal" o "cual" se pudra en la cárcel, la enorme mayoría de los presos dejan de ser presos.

Entonces, lo ideal es que una sociedad organizada, como la que pretende o pretendía entonces, ser la Argentina, y todavía no lo consigue, los presos salgan mejor de lo que entraron a la cárcel. Por supuesto, no lo no lo estamos consiguiendo. Ni de cerca.

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Ahora, el artículo 18 de la Constitución ha sido invariablemente violado en la Argentina, no porque hayan convertido las cárceles en un horror necesariamente, que muchas de ellas sí lo son, sino por el sentido inverso. Se han generado fantásticos negocios en torno a las cárceles.

El poder político, las mafias en la Argentina, han generado grandes negocios en torno de las cárceles en el país. El último descubierto fue en diciembre, en Córdoba, cuando cayó completa la cúpula del servicio penitenciario de Córdoba, por una decisión del fiscal de Delitos Complejos, Enrique Gavier, que encarceló y los acusó de asociación ilícita a quien era entonces, y lo había sido durante más de quince años, al titular del Servicio Penitenciario, Juan María Bouvier y una serie de funcionarios del servicio penitenciario cordobés.

Había toda una trama infinita de negocios montados en relación a las cárceles. Beneficios a cambio de plata e ingresos de drogas. Antes de eso, nos habíamos enterado de otras investigaciones judiciales, como por ejemplo, el famoso callcenter tumbero, una especie de home office, por el cual los muchachos en la cárcel llamaban y cometían delitos de la cárcel desde las cárceles de Córdoba, especialmente en Villa María, en Bouwer, algo también en Cruz del Eje, y de otras cárceles del país.

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También nos enteramos, y esto no es novedad para nadie tampoco, que los grandes capos narcos de la Argentina, entre otros, por ejemplo, el Guille Cantero de "Los Monos", tenían una oficina de la que operaban y ordenaban no sólo mantener el negocio de distribución y venta de drogas, sino ajustar gente, matarla. Contaban con líneas de teléfono, alcahuetes que iban a la cárcel a recibir órdenes.

Guille Cantero se inventó que él es bisexual. ¿Por qué? Para que a las visitas íntimas pudieran entrar lugartenientes de él, para tener una entrevista privada con él, y él le pudiera dar órdenes. Obviamente una visita íntima es eso, una visita íntima. O sea, nadie puede grabar, ni escuchar, ni filmar lo que ocurre en ese lugar. O sea, se han tergiversado por completo las normas del sentido común.

Y eso es lo que nos trae el último caso en Córdoba, que hemos tratado extensamente a propósito del juicio a Carmona. ¿A quién se le ocurría que Carmona tenía que venir a Córdoba a ver a su novia y que había que movilizar a decenas de efectivos del Servicio Penitenciario del Chaco? Se le ocurrió a un juez. Y le pareció normal a la jueza que siguió a ese juez, que se jubiló.

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Debe haber miles de parejas en la Argentina que no están presas y que viven en ciudades diferentes y que se ven cada tanto como pueden. Personas libres.

¿En nombre de qué criterio traen un preso acá a una casa en Córdoba? Al margen de lo que después terminó ocurriendo. Pero, supongamos que Carmona no hubiese matado a nadie, que finalmente mató, como se temía que ocurrió. ¿Por qué? Si el tipo está preso en el Chaco, y tiene una novia en Córdoba, bueno, si la novia no puede ir a visitarlo al Chaco, lo lamentamos mucho. Pero es un derecho de imposible aplicación en un país como la Argentina, y en cualquier otro país.

Seamos buenos entre nosotros, decía alguna vez un humorista. ¿En qué país te dejan recorrer 700 kilómetros custodiados, llevados para ir a ver a tu novia o a tu novio? Pero por favor. Entonces, el principio básico de la Constitución se ha tergiversado y se ha convertido en un negocio y en un disparate.

Ahora, vuelvo al principio original de la Constitución. Es necesario para la sociedad toda, que los presos que están en la cárcel, que muchos desean que se pudran en la cárcel, no se pudren en la cárcel, salgan libres. 

En algún momento, la gran mayoría (no es el caso de Carmona) pero que es uno en millones, la gran mayoría sale libre, que salgan mejores. Porque necesitamos que salgan mejores, no que aprendan a ser más delincuentes de lo que eran encerrados en la cárcel. De eso al fin se trata, de recuperar el sentido común, de liberar el sentido común en la Argentina.

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