Momentos dramáticos de dos crisis crónicas

Hay pocas circunstancias desgraciadas como ésta, en la que se enfrentan dos problemas crónicos de nuestro país: el problema económico y el problema político, ambos atravesando procesos agudos de crisis, con riesgo de detonar situaciones más graves aun y a las que parecemos acostumbrados. Porque uno al final también se termina acostumbrando a las desgracias.

La economía, ya sabemos, tiene una circunstancia dramática a propósito de la escalada inflacionaria, de una situación recesiva más allá del rebote respecto del año pasado de pandemia, de un endeudamiento y una asfixia financiera y la escasez de dólares, una ampliación enorme de la brecha cambiaria que motiva la desconfianza.

No me no me hace falta describir más si decimos que la mitad de los argentinos son pobres. No hace falta decir mucho más que eso y que la situación financiera y económica del país puedes llevarnos a un nuevo crack económico. Ojalá no ocurra, pero estamos frente a ese riesgo. Varios economistas lo han advertido con todas las letras. No quiero ser alarmista, pero hay que saber que estamos pasando por una situación de riesgo.

Hay además, en este momento, una situación aguda del punto de vista de la crisis política que vive la Argentina y puntualmente es la respuesta o la no respuesta a una pregunta que nos venimos haciendo, que es qué rumbo elegirá el Gobierno después del 14 de noviembre.

Ya sabemos que después de perder las elecciones primarias, el Gobierno eligió repartir plata para ver si recuperaba votos. Eso no es una solución política, no es un rumbo político y por supuesto, no es una solución económica. Es apenas una táctica electoral para ver si recupera lo que perdió o lo que no ganó en septiembre.

El problema es que el Gobierno en sí mismo es una enorme contradicción. ¿Quién tomará las decisiones hoy en la Argentina después de las elecciones, más allá del resultado? Puede haber una derrota como la que ya sufrió el Gobierno; puede el Gobierno recuperar algún punto y quedar empatado con la oposición. No hay más que esas dos alternativas. El problema es quién manda en la Argentina para resolver el conflicto político y para ver si puede resolver el problema económico que al final siempre están absolutamente interrelacionados.

Normalmente los periodistas, los medios de comunicación sabemos o solemos separar esas realidades para tratar de explicarlas. Es un error. La economía y la política, obviamente van juntas y dependen una de otra y se retroalimentan.

El problema es después de las elecciones. Se trata de quién y cómo tratará de resolver la crisis política para, de esa manera, ver si logra encauzar la crisis económica y evitar un crack más allá del que ya sufrimos hoy.