Si hay miseria, que no se note

Ayer vimos un nuevo capítulo de una serie que no sale todas las semanas. El 20 de diciembre del año pasado asistimos a uno de los capítulos más relevantes de esta serie, que se vivió en el Estadio Único de La Plata. Fue aquel célebre discurso con los cuatro integrantes principales del oficialismo, en el que Cristina le dijo en la cara al presidente Alberto Fernández que tenía que sacar a los funcionarios que no funcionan.

Eso generó una fuerte turbulencia. Fue uno de los temas de fin de año. No fue la única aparición de este cuarteto que también integran Axel Kicillof y Sergio Massa. Se han repetido a lo largo de todos estos años otros actos similares. Hubo otro capítulo, quizá con la misma intensidad con la de aquel discurso del 20 de diciembre cuando Cristina Kirchner le dijo a Alberto Fernández, otra vez en forma presencial -una palabra que hemos adoptado ahora con motivo de la pandemia- que tenía que poner en orden lo que tenga que poner y que no se ponga nervioso.

¿Qué está queriendo decir con esto Cristina Fernández?, ¿a qué se refiere con poner orden?. Esto quiere decir que Cristina Fernández no sólo se lo dijo en privado, se lo dijo en público. Está tomando distancia o tratando de tomar distancia del escándalo, está marcándole la cancha al Presidente, focalizando en él la dimensión del escándalo y diciéndole a todos los argentinos el Presidente tiene un problema grave, no yo.

Porque en realidad lo que trasuntó el mensaje es aquel viejo dicho español que decía si hay miseria, que no se note. O sea, producido el hecho, lo que le importa y le duele a Cristina es que el hecho se sepa y se convierta en un escándalo, afectando al oficialismo y que la figura del Presidente quede al desnudo. Entonces que se caiga la careta de la hipocresía de un gobierno que dice, señala y apunta con el dedo a mucha gente, pero que puertas adentro tiene otra conducta bastante diferente de lo deseable.