Un presidente sin rumbo

Estoy en un obligado ejercicio de memoria tratando de recordar si alguna vez en la historia institucional de Argentina, un presidente visitó a un preso o una presa; no recuerdo. Puede haber ocurrido. Se me puede estar pasando el dato. Lo busqué. No lo encontré y en mi memoria tampoco figura lo que va a ocurrir hoy con la visita de carácter humanitario podemos decir de Alberto Fernández a la detenida Milagros Sala. 

Tiene problemas de salud y está condenada a trece años de prisión efectiva por asociación ilícita, jefa de una asociación ilícita y extravío de fondos por más de sesenta millones durante la última presidencia de Cristina Kirchner.

Tenía otras varias causas y en alguna fue absuelta. Otras todavía continúan. Es bastante difícil de explicar por qué un Presidente visita a alguien que ha sido condenado en términos jurídicos, en medio del estado de derecho en Argentina.

Sala fue investigada, procesada, juzgada y condenada en democracia de acuerdo a las leyes de la República. No entiendo por qué un presidente democrático la visita. No entiendo. ¿Está desafiando a la Justicia?

Podemos no compartir algún fallo o muchos fallos, pero difícilmente podemos desconocer la Justicia como poder y la justicia como valor. A ambas cosas el Presidente las está poniendo en duda. ¿Lo hace en un acto desesperado para quedar bien con Cristina Kirchner?

El Presidente atraviesa por una situación de debilidad política que le impide afrontar decisiones serias para una situación grave. Ese es el punto en el que el país se encuentra hoy. Tiene un presidente enormemente debilitado, con una realidad que no puede modificar, que trata de modificar.

Tiene además una vicepresidenta que lo taladra todo el tiempo y le mina el último poder que le está quedando. Es la situación que tiene el país político frente a una situación del país económico y, sobre todo, la situación financiera, que se torna cada vez más difícil .

Podemos decir que se está corriendo una vez más la brecha cambiaria y haciendo intolerable la situación. El Banco Central está sin dólares. El Presidente no tiene poder y lo que le queda lo malgasta en una visita que no tiene antecedentes en la historia democrática argentina.