Cuando la ciudad se quedó muda

Hace 5 años se decretaba en el país el ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) y comenzábamos a vivir, quizás sin darnos cuenta, un momento histórico para la humanidad.

En cuanto a la labor de movilero y a pesar que todos los días informábamos sobre las ultimas novedades de la sorprendente pandemia, cuando llegó la disposición de quedarse en casa, surgieron los interrogantes. ¿Debíamos los que trabajábamos en la calle acatar la orden? ¿Estábamos exponiéndonos de manera riesgosa y por ende a nuestra familia?

La respuesta no tardó en llegar. Fuimos declarados trabajadores esenciales y la radio emitió un permiso para que los estrictos controles apostados en rutas y accesos a la ciudad nos dejaran circular.

Debimos acostumbrarnos al permanente uso del barbijo y a la sanitización constante. Todos los días era una aventura nueva en la calle en un contexto que solo habíamos visto en películas o series de Netflix. Córdoba estaba totalmente desierta. Los puntos de la ciudad que a diario eran un hormiguero parecían haberse detenido en el tiempo.

Al miedo y a la incertidumbre por un posible contagio le ganaron las ganas y la valentía de querer trabajar e informar lo que sucedía en la calle en un momento inédito y sorpresivo a nivel mundial. Guardias hospitalarias, centros de testeo y barrios aislados pasaron a ser moneda corriente en la agenda periodística. También el contacto permanente con las autoridades sanitarias. Comenzamos a reflejar historias terribles de gente que no podía despedir a sus seres queridos, que perdía de un día para el otro su fuente de ingresos económicos y más.

Hace 5 años, Córdoba se detenía, pero estuvimos en la calle arriesgando nuestra salud, acompañando a la gente de una manera que nunca lo habíamos hecho y quizás no volveremos a hacer.