Nuevos hábitos
19/03/2025 | 11:40
Redacción Cadena 3
Cuando el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) se decretó en Argentina el 20 de marzo de 2020 para enfrentar la pandemia de Covid-19, el teletrabajo emergió como una solución inesperada y masiva.
Lo que comenzó como una medida de emergencia para mantener operativas empresas y organizaciones se convirtió en un fenómeno que transformó la vida laboral, los hogares y las dinámicas sociales.
Entre desafíos técnicos, beneficios imprevistos y tensiones personales, el teletrabajo marcó una época de adaptación forzada y dejó un legado que aún resuena en el mundo del trabajo.
De la oficina al living, una transición abrupta
El teletrabajo no era un concepto nuevo, pero hasta 2020 era una práctica minoritaria en Argentina, limitada a freelancers o ciertas empresas tecnológicas.
Con el ASPO, millones de trabajadores de sectores como la administración, la educación y los servicios profesionales se vieron obligados a trasladar sus oficinas a casa de un día para otro.
Según un estudio de la Universidad de Buenos Aires, en abril de 2020 cerca del 30% de los empleos formales del país pasaron a modalidad remota, un salto abismal frente al 2% estimado antes de la pandemia.
Sin embargo, esta transición no fue sencilla: muchos carecían de computadoras adecuadas, conexiones estables o espacios propios, convirtiendo cocinas y dormitorios en improvisados escritorios.
Tecnología como aliada y obstáculo
Plataformas como Zoom, Microsoft Teams y Google Meet se volvieron imprescindibles, acuñando términos como "zoompleaños" y reuniones virtuales que reemplazaron los encuentros cara a cara.
Pero la dependencia de la tecnología expuso desigualdades: mientras en áreas urbanas el acceso a internet permitió cierta continuidad, en zonas rurales o barrios vulnerables la conectividad precaria dejó a muchos fuera del sistema.
Una encuesta del Ministerio de Trabajo reveló que el 40% de los teletrabajadores reportó problemas técnicos frecuentes, desde cortes de luz hasta velocidades de internet insuficientes.
A esto se sumó el estrés de aprender herramientas digitales sobre la marcha, un desafío especialmente para generaciones menos familiarizadas con la tecnología.
Entre la flexibilidad y la saturación
El teletrabajo trajo ventajas innegables. La eliminación de traslados ahorró tiempo y dinero —un promedio de dos horas diarias en ciudades como Buenos Aires— y permitió a muchos conciliar mejor sus horarios.
Sin embargo, pronto surgieron las sombras: la frontera entre vida laboral y personal se desdibujó. "Estaba todo el día conectado, no había corte", relata Sofía Martínez, contadora de 34 años, en lo que es una queja común.
Las jornadas se extendieron, las videollamadas se multiplicaron y el "derecho a la desconexión" —recién reconocido por la Ley 27.555 de Teletrabajo, sancionada en julio de 2020— tardó en aplicarse.
Un informe de la Organización Internacional del Trabajo señaló que el 60% de los teletrabajadores argentinos sentía que trabajaba más que antes, un fenómeno bautizado como "hiperconectividad".
El hogar como campo de batalla
El teletrabajo también reconfiguró los hogares. Para familias con niños, la convivencia de clases virtuales y reuniones laborales bajo el mismo techo generó caos. "Mi hijo gritaba en una videollamada mientras yo presentaba un informe", recuerda un empleado bancario.
Las mujeres, en particular, enfrentaron una carga desproporcionada: un estudio de CIPPEC indicó que ellas dedicaban un 30% más de tiempo a tareas domésticas durante el teletrabajo, profundizando desigualdades de género.
A su vez, quienes vivían solos reportaron aislamiento y falta de interacción social, un costo emocional que se sumó al agotamiento.
Un legado irreversible
Con el paso de los meses, el teletrabajo dejó de ser una novedad para convertirse en una práctica consolidada.
Empresas que jamás lo habían considerado comenzaron a adoptar modelos híbridos, y el gobierno reglamentó la Ley de Teletrabajo en enero de 2021, estableciendo derechos como la reversibilidad y el pago de gastos asociados.
Aunque el fin del ASPO permitió volver a las oficinas, un relevamiento de Adecco Argentina en 2023 mostró que el 45% de las empresas mantenía alguna forma de trabajo remoto.
Para muchos empleados, la flexibilidad ganada es irrenunciable, pero persisten debates sobre productividad, bienestar y el impacto en las ciudades, donde el tráfico y el uso de oficinas no volvieron a los niveles pre-pandemia.
Más que una herramienta, un cambio cultural
El teletrabajo durante la cuarentena fue mucho más que una solución técnica: fue un experimento social masivo que puso a prueba la capacidad de adaptación de trabajadores, empresas y familias.
A más de cuatro años de aquel marzo de 2020, su significado sigue evolucionando, entre quienes lo ven como una conquista y quienes añoran los límites claros de la oficina.
Lo cierto es que marcó un antes y un después, redefiniendo el trabajo en Argentina para las generaciones presentes y futuras.
Te puede Interesar
Encerrados
La declaración del aislamiento obligatorio cambió todo: las calles se vaciaron, los hospitales se prepararon para lo peor y la sociedad entró en una era desconocida.
Estados alterados
La psicóloga Alejandra Rossi hace una lectura de lo que implicó el comienzo de la pandemia, los duelos sin rituales, el impacto en la infancia y la juventud. Y lo que aún no puedo resolverse.
Vergüenza nacional
Dos escándalos que marcaron la cuarentena. Desmanejos y privilegios, las causas de una herida que aún hoy lacera a la sociedad argentina.