Abrapalabra
03/08/2023 | 17:01
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
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Adiós los 100 días de luna de miel
En el libro Sarmiento, Daniel Balmaceda recuerda que en las últimas décadas del siglo XX se instaló que los presidentes disponían de cien días para poner en marcha su gobierno, en una especie de luna de miel, con la lógica que, si ganó con el voto mayoritario, siempre podía contar con el respaldo y encarar su gobierno.
Pero resulta que a Sarmiento, recuerda Balmaceda, la situación se la complicaron bastante antes de los cien días.
Vengamos al presente.
El nuevo presidente siempre asume el 10 de diciembre. En épocas de cierta normalidad económica, luego de eso llegan las fiestas y enero, en general, tiende a bajar las presiones y las expectativas.
Es obvio que la Argentina no está en condiciones ni de cerca de soportar 100 días de noviazgo, por llamarlo de alguna manera.
Más bien, la profundidad de la crisis obliga a quien llegue al gobierno a tomar medidas urgentes frente a fenómenos, como la inflación, que horadan cada día más los bolsillos.
Y para eso, imaginemos una inflación del 7 por ciento mensual, en los 100 días van camino a convertirse en 23 o 24 por ciento.
Otro ejemplo de la magnitud de la crisis se refleja en el anuncio del nuevo billete de 200 pesos “con igualdad de género”: Martín Miguel de Güemes y Juana Azurduy.
Hoy, centavo más centavo menos, equivale a 0,36 centavos de dólar y alcanza para 100 gramos de asado, como bien dice Manuel Adorni.
El primer billete de 200 pesos nació en octubre de 2016, y equivalía a 13 dólares.
Entonces, los 100 días no van a servir para comunicar un rumbo y anunciar una serie de acciones.
En general, el debate por los 100 días abarca a sectores politizados de la sociedad, pero al resto de la gente suele pasarle inadvertido.
Por estos tiempos, con el desinterés que se está exhibiendo hacia la política, lo que se refleja en bajos niveles de participación, la sociedad parece no involucrarse en el análisis del presente y del futuro.
Sin embargo, cuando haya un nuevo gobierno, seguramente la exigencia de soluciones inmediatas para frenar la decadencia económica será un fuerte condicionante para el presidente electo.
Las medidas deberán formar parte de un paquete inmediato, desde el día 1, sin dos ceros por detrás.
Como fuere, hay que votar.
Hacerlo con las neuronas.
Hacerlo con el corazón.
O hacerlo, las tripas.
Pero hay que votar.
La peor elección que podemos tomar es no votar.
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