Contradictorios por vocación

En los actos, la quintaesencia del cristinismo, La Cámpora, y muchos dirigentes más cantan contra el Fondo Monetario Internacional y vociferan contra los Estados Unidos, el eje del mal imperialista que aísla a los movimientos nacionales y populares.

Cómo será que Máximo Kirchner, el líder camporista, dejó la presidencia del bloque de diputados para no votar el acuerdo con el Fondo.

Como recordó Sergio Berensztein con Miguel Clariá, es curioso que sea la propia Cristina la que recibe a la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la generala Laura Jane Richardson.

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También Cristina se reúne, sonriente, en el Senado a Mark Stanley, el embajador de los Estados Unidos.

Recordemos que el jefe de La Cámpora bonaerense, Andrés "Cuervo" Larroque, lo había cruzado al embajador Stanley, cuando este habló de la necesidad de formar una coalición de gobierno antes del 2023.

Lo que podríamos considerar como más asombroso es que en las últimas horas Roberto Baradel y Hugo Yasky, dos dirigentes sindicales muy ligados a Cristina, fueron a visitar a Stanley para hablar sobre los derechos laborales.

(Mala imagen la de Baradel para una reunión de ese nivel: camisa fuera del pantalón, como si estuviese en una marcha).

Ahora se supo que tiempo atrás Pablo Moyano y la cúpula de la CGT ya habían estado con Stanley. “Es mucho más peronista que muchos de los nuestros”, dijo.

Volvamos sobre los gestos. Por ejemplo, los de Sergio Massa en su visita a Washington.

Allí se entrevistó con influyentes personalidades de la Casa Blanca para avanzar en acuerdos con la Secretaría del Tesoro, el Departamento de Estado y el FMI en Argentina y América Latina.

De boca de la titular del Fondo Monetario internacional (FMI), Kristalina Georgieva, se escuchó que Argentina tienen un "gran compromiso" para cumplir el acuerdo con el organismo.

Pero este acuerdo –vaya aquí una de las principales paradojas– implica ajuste en muchos sectores de la economía, algo lo que ni Cristina ni La Cámpora quieren hablar.

Más bien, bancan en silencio. ¿Hasta cuándo? Parece que va a ser por todo el tiempo que Massa necesite para acomodar los números de la economía.