Abrapalabra
19/02/2025 | 17:55
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
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De brujos, círculos y triángulos: los titiriteros del poder
Ocurría en la realeza, ocurría en la Rusia imperial, con el impiadoso Rasputin.
Ocurre en todos los tiempos de la historia
Desde siempre, el poder tuvo un poder detrás del trono.
Hoy, Santiago Caputo es la figura que representa, mejor que ninguna, al influyente del gobierno, ese que tiene más poder que lo que la formalidad ofrece.
Pero ya volveremos a él.
Quiero detenerme en la Argentina moderna, de los 70 en adelante.
Empecemos por José López Rega, conocido como “el brujo”, por su afinidad al esoterismo.
Su influencia sobre nada menos que Juan Perón fue notoria y conocida. Ni qué hablar después de la muerte de Perón, en 1974, cuando llega Isabel Perón al poder y López Rega se convierte en su sombra.
“Daniel” o “Lopecito”, como lo llamaba Perón, fue ministro de Bienestar Social durante desde el gobierno de Héctor Cámpora hasta el de Isabel.
Desde ese cargo, creó la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina, el sangriento terrorismo de ultraderecha.
Pasó la dictadura. Volvió la democracia, con Raúl Alfonsín. A su alrededor, se ubicó un grupo joven, que provenía de la Junta Coordinadora Nacional, también conocida como La Coordinadora.
Era un grupo que había nacido en 1968 bajo la conducción de Luis "Changui" Cáceres, y finalizado en el año 1983 antes del comienzo del gobierno de Alfonsín,
Sus principales figuras fueron Cáceres, Sergio Karakachoff (asesinado por la dictadura en 1976), Federico Storani, Marcelo Stubrin, Ricardo Campero, Enrique Nosiglia, Facundo Suárez Lastra, Carlos Becerra, entre otros.
Pero Alfonsín también estuvo rodeado por dirigentes de la vieja guardia, muchos de los cuales fueron sus ministros, como Roque Carranza, Germán López, Horacio Jaunarena, Antonio Tróccoli.
Con Carlos Menem llegaron al poder “Los 12 apóstoles”, un grupo de dirigentes peronistas que lo apoyó desde el inicio, entre ellos Augusto “Choclo” Alasino, Alberto Pierri, Antonio Vanrell, el entonces apoderado del PJ César Arias y Alberto Kohan.
También desembarcaron muchos riojanos, entre ellos su hermano Eduardo Menem y el secretario privado, Ramón Hernández.
Con Fernando de la Rúa, llegó el “Grupo Sushi”, liderado por los hijos del presidente, Fernando (“Aito”) y Antonio, luego conocido por su romance con Shakira.
Eran la usina generadora de ideas de De la Rúa en la Casa Rosada.
Algunos nombres para recordar: Fernando de Santibañes, que fue jefe de la Side; Darío Lopérfido, Andrés Delich, Hernán Lombardi, Lautaro García Batallán, Darío Richarte, entre otros.
Después de la caída de De la Rúa en 2001, la mayoría desapareció de escena y se dedicó a la actividad privada.
Néstor y Cristina tuvieron a su alrededor a figuras de La Cámpora, pero ninguno tuvo capacidad para torcer decisiones que ellos mismos adoptaban sin demasiada consulta. El verticalismo extremo impidió que crecieran figuras capaces de actuar a la sombra.
Con Cristina apareció un grupo de intelectuales que se denominó “Carta Abierta”. No tuvieron más que un papel simbólico, con cero influencia.
Todos leían al pensador y teórico político Ernesto Laclau.
Pero a la hora de la acción, eran Néstor y Cristina y sólo aquellos habilitados por ellos.
Con Mauricio Macri en el poder, quizá la figura que más se recuerde como consejero fue el politólogo Jaime Durán Barba y Marcos Peña, como fuente local.
Pero no había figuras que no aparecieran de manera transparente en el escenario.
Alberto Fernández tuvo como sus consejeros a figuras básicamente del peronismo porteño, como Vilma Ibarra, Juan Manuel Abal Medina (hijo), Enrique Albistur, el que le prestaba el departamento en Puerto Madero.
Si evaluamos el resultado de la gestión de Alberto Fernández, no va a ser sencillo encontrar que los consejeros le hayan sido de utilidad.
Y llegamos al tiempo presente, con Javier Milei en la Presidencia.
Aquí es donde reina “el triángulo de hierro”, los hermanos Milei y Santiago Caputo.
Es tal el poder que el mismo Javier le concede a su hermana, Karina, a tal punto que la llama “El jefe”.
Pero además está Caputo, Santiago (no confundir con Luis “Toto”, el ministro de Economía, un crac diría Milei)
Y es Santiago Caputo el que está en el ojo de la tormenta. Salen a la luz muchos de sus manejos sin tener un cargo formal en el gobierno porque es un asesor del Presidente.
A la vista quedó cuando interrumpió la entrevista de Milei con Joni Viale porque la pareció que una respuesta podía poner al presidente en posición incómoda.
Esta mañana ante Miguel Clariá en Radioinforme 3, el senador Antonio Paoltroni, al que echaron de La Libertad Avanza por no estar de acuerdo en determinadas medidas, reveló que Santiago Caputo lo llamó para pedirle que se callara la boca.
O fue Caputo quien le ofreció el cargo en la Corte Suprema a Manuel García-Mansilla.
Parecía un titiritero todopoderoso. Hasta que metió la pata.
Tanto que dicen que le gusta la novela “El mago del Kremlin”, Giuliano de Empoli, se ve que se le olvidó leer la página 119:
“Los imprevistos son siempre resultado de la incompetencia”.
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