Abrapalaba
15/04/2024 | 16:17
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
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De Córdoba a Irán, la historia del fallido misil Cóndor II
La sombra de Irán estuvo sobre el desarrollo de un misil argentino.
El Programa Cóndor, un desarrollo tecnológico de la Fuerza Aérea Argentina, tuvo su origen como un lanzador satelital de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE).
Sin embargo, tras la guerra de las Malvinas, se reconvirtió en un proyecto de misil balístico.
Su desarrollo involucró grupos de investigación de la Fuerza Aérea Argentina, con apoyo del Instituto de Investigación y Verificación Alemán para la Aviación y los Vuelos Espaciales, así como proveedores privados como Messerschmitt-Bölkow-Blohm y SNIA S.p.A..
Además, recibió financiamiento de Egipto, que a su vez obtenía fondos de Irak.
Este proyecto generó controversia debido a su reconversión militar y a las presiones internacionales.
Estados Unidos y el Reino Unido temían que un plan de tal magnitud, con posibles capacidades nucleares, y único en el subcontinente, pudiera desestabilizar la región y provocar una carrera armamentista entre los países sudamericanos, muchos de los cuales aún estaban bajo dictaduras militares y tenían litigios territoriales.
La cancelación del Cóndor se produjo tras la guerra del Golfo, cuando se descubrió el papel de Irak en el proyecto.
Como resultado, el presidente Carlos Menem ordenó su archivo y de hecho las partes del cohete fueron trasladadas a España para su destrucción.
Además de cancelar el misil y mandar naves al Golfo Pérsico en 1990, Argentina pudo adherir al Régimen de Control de Tecnología Misilística.
Pero el proyecto Cóndor II resurgió con fuerza en 2009, con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Si bien el control del proyecto estuvo a cargo de Fabricaciones Militares (FM), por detrás estaba Julio De Vido y su Ministerio de Planificación, con Arturo Puricelli, un ex gobernador de Santa Cruz, como gestor.
Los cables norteamericanos hacen referencia a la queja del entonces canciller Jorge Taiana, que había defendido públicamente la orientación civil del proyecto de la Conae, orgánicamente dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Tras esta decisión, Fabricaciones Militares mostró interés en el misil y estableció vínculos con la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim).
Sin embargo, Cavim fue sancionada por el Departamento de Estado de EE.UU. debido a sospechas de operaciones relacionadas con tecnología misilística en colaboración con Irán.
Pero igualmente representantes de la empresa venezolana visitaron Fabricaciones Militares y firmaron acuerdos sobre transferencia de tecnología para plantas de compuestos químicos utilizados en los motores de empuje de misiles.
Estas negociaciones formaron parte de un acuerdo estratégico militar entre Argentina y Venezuela, con Irán como socio principal.
En julio de 2011, la presidenta Cristina Kirchner disipó el misterio en torno al nuevo misil argentino. Durante una cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, presentó públicamente el lanzamiento del prototipo, y dejó en claro su uso militar.
Aunque pasó inadvertido debido a un partido de fútbol de la Copa América, este evento confirmó las sospechas de la embajada estadounidense en Buenos Aires.
Desde 2007, la delegación diplomática había estado interesada en las posibles derivaciones de un proyecto local de cohetes para poner satélites en órbita, según cables secretos filtrados por WikiLeaks.
Córdoba, en la mira
En Falda del Carmen, bajo tierra, permanecía una unidad secreta en la que se había desarrollado el Cóndor.
Se pensó anulada en 1992, cuando Menem desarmó el proyecto y entregó la planta de Falda del Carmen a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.
Pero al parecer toda la maquinaría siguió en su lugar a la espera de la decisión política de regresar el Cóndor II.
Puricelli encontró en Falda del Carmen la capacidad esperada, incluso la mezcladora de perclorato de amonio, base del combustible del misil.
Puricelli dejó su lugar en Fabricaciones Militares a un funcionario vinculado con La Cámpora, Santiago Rodríguez, quien firmó los acuerdos con la venezolana Cavim.
El gobierno de Estados Unidos prohibió a sus compañías comerciar con Cavim por sus relaciones con el desarrollo misilístico de Irán.
Rodríguez se sumó al impulso por los misiles adoptado por De Vido y Puricelli.
En el presupuesto de 2013 figuró la construcción de una planta llenado de propulsión de sólidos compuestos para misiles; también la edificación de armado de vectores (la estructura del misil) en Villa María.
Las piezas principales llegarían desde Falda del Carmen, ocupada por la Conae con su plan espacial que perdió fuerza frente a la iniciativa de Fabricaciones Militares.
Pero, por alguna razón, la idea no continuó. Pero estuvimos muy cerca de ser socios de Irán.
Hoy, el gobierno de Javier MIlei ubicó a la Argentina en las antípodas de esa sociedad. Ahora, como con Menem, alineados otra vez con Occidente.
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