De las pesadillas a un sueño

“Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación”.

“Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento”.

“No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio”.

“Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina”.

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“A medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de marchar siempre hacia el frente. No podemos volver atrás”.

Estos párrafos sueltos provienen de uno de los más importantes discursos que hemos escuchado o leído en nuestra historia contemporánea, el de Martin Luther King Jr., cuando en agosto de 1963 habló de su deseo de un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente y como iguales.

Hoy, en el contexto de inseguridad, violencia, grieta en el que vivimos parece tornar oportuno que revisemos algunos de sus párrafos, como los que citamos.

Porque en verdad hablamos una y otra vez de este país de oportunidades, pero las desperdiciamos.

Nunca tenemos bien calibradas las urgencias.

Amargura y odio son las palas con las que se cava más profunda la grieta.

Y no, ya lo dijo Martin Luther King, no podemos volver atrás, pero lo hacemos de manera constante.

¿A dónde quiero llegar?

A que sería muy saludable para regenerar confianza y esperanza que se dejen de lado las internas y las pujas entre partidos.

Que la drogadicción, la violencia, la pobreza, la educación y la solidaridad, los cinco aspectos que el arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, planteó en el acto frente a la Catedral, se conviertan en cuestión de Estado.

Que se reúnan los que quieren gobernarnos y se pongan de acuerdo en cuestiones básicas como esas.

Sería un gesto que tendría un alcance inimaginable.

Porque lo que hace que un gesto sea grande no es la complejidad de la acción, sino más bien su impacto y significado.

Entonces, sí, como Martín Luther King, los cordobeses podremos salir de tantas pesadillas y volvamos a tener un sueño.