Desventuras de un sistema político frágil

La cancha está inclinada. El equipo visitante tiene muchas chances de ganar el partido. El que juega de local está complicado. No le salen las cosas. No logra armar dos jugadas seguidas. Peor: en lugar de despejar, sus defensores la meten adentro de su arco.

Pero increíblemente los jugadores del visitante comienzan a pelearse entre ellos.

A poco que se piense desde el sentido común, resulta difícil entender por qué la oposición reunida en Juntos por el Cambio tiene tremendo balurdo.

Las críticas de Lilita Carrió dejaron a la alianza a punto de implosionar porque no fue un debate sobre líneas políticas. Ni sobre un plan económico o social, o cuestiones programáticas. Nada que ver con eso.

Carrió apuntó sobre la decencia, los acuerdos políticos espurios y la ética.

Una especie de rayo moralizador que, sin embargo, no va sobre todos por igual.

La mayor de las trenzadas se dio con el radical Gerardo Morales.

Para colmo, este cruce añadió un elemento más: se filtró el mensaje que Morales le envió a Carrió y que es, sin duda, muy duro.

• "Hola Lilita. Vos no sos más decente que yo. Vivo en la casa de mi mujer. Te invito que los dos demostremos lo que tenemos y cómo lo hicimos".

• "No vas a manchar mi nombre ni mi gestión que es transparente y transformadora. No te lo permito".

Y acá viene lo más complicado de parte de Morales:

• "Queres romper Juntos por el Cambio. Sos la Cristina Kirchner de JxC".

• "¿Por qué no hablas del Paseo del Bajo y de los negocios de la Ciudad? ¿Por qué no hablas del tema del Correo de Macri? ¿O de cómo manejaron durante nuestra gestión el crédito tomado al FMI y cómo se fugaron las divisas y quienes se hicieron ricos?".

O sea, Morales retruca sobre el corazón del Pro, porque apunta a Macri y a Rodríguez Larreta.

El último párrafo sobre la deuda es de extrema gravedad porque ese era un discurso K, pero nunca se había escuchado de boca de alguien de Juntos por el Cambio.

¿Pero qué más hay de fondo?

Por sobre todo, que Juntos por el Cambio fue y sigue siendo una alianza por intereses electorales y no una fuerza consolidada en torno de ideas.

En este contexto, Carrió expresa claramente una línea en la que resulta difícil aceptar alguna fusión con sectores del peronismo.

En eso, podría ayudar a los que en Córdoba no quieren saber nada con que se sume al gobernador Juan Schiaretti. Antes bien, su objetivo es vencerlo.

Pero también Carrió quiere amontonar en un rincón a todos los aliados que alguna vez tuvieron relación con Sergio Massa y con sus empresarios amigos.

La hipótesis es que si Massa sale indemne del experimento como ministro –algo que parece difícil– podría hacer dos jugadas:

• Dejar atrás al kirchnerismo (Cristina básicamente).

• Y tratar de diluir a la oposición bajo la necesidad de un “gran acuerdo nacional” para sacar al país de la crisis.

En conclusión, todo esto no hace más que mostrar la fragilidad de un sistema político en el que la fuerza gobernante está debilitada y en el que la unión opositora parece demasiado precaria y corre a cada rato el riesgo de desmembrarse.