Gonzalo Aziz, rodeado por Juan Manuel Abal Medina y Andrés Malamud, los prologuista

Abrapalabra

El diálogo político, tan necesario, tan difícil

16/09/2024 | 18:00

  

Redacción Cadena 3

Julio Perotti

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El diálogo político, tan necesario, tan difícil

El domingo por la noche, en un acto atípico por cadena nacional, el presidente Javier Milei presentó ante el Congreso el proyecto de presupuesto 2025.

Por lo que ha venido ocurriendo en el Parlamento, sabemos que ni de cerca La Libertad Avanza cuenta con los números necesarios para aprobar el presupuesto tanto en Diputados como en el Senado.

Por eso, parece imprescindible que el gobierno encare una etapa de diálogo con fuerzas afines para conseguir esos votos.

Ya hay reuniones previstas y convocatorias del gobierno a distintos bloques aliados.

Sin embargo, vista la beligerancia del discurso del presidente Milei, parece difícil que se abran las puertas al diálogo.

Un diálogo que no solo debe quedar en el Congreso, sino extenderse a todos los ámbitos de la cosa pública.

¿Es posible el diálogo en medio de posiciones tan irreductibles y tan intransigentes?

Nuestro colega Gonzalo Aziz, a quien seguramente la mayoría conoce por la pantalla de TN, es también un entusiasta politólogo. Estudió en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Austral, e hizo posgrados en la Universidad Complutense.

Su trabajo académico se resume en un libro titulado “La gestión del diálogo”.

Primera pregunta básica: según la experiencia que recogiste en tus estudios, ¿es posible el diálogo en una clase política tan polarizada y en una sociedad tan fragmentada, alimentada con tantos dogmatismos?

Es difícil, pero es un desafío interesante y es posible. Imagínate lo que ha pasado en algunos países donde la grieta o la confrontación estaban ancladas en problemas quizás mucho más graves que los que tenemos en Argentina. Para poner un ejemplo, lo que pasaba en España a fines de los años 70, que terminó con los Pactos de la Moncloa, venía de décadas de muerte y horror, disputas que se dirimían con sangre y fuego. Sin embargo, lograron pensar, aun con semejante diferencia entre la izquierda y la derecha, en una España común, en una España de bienestar para millones de españoles que necesitaban comer, estudiar y vivir. Lograron poner a un costado las diferencias para firmar esos pactos que hicieron que España creciera durante 30 años a una tasa promedio del 3.5 por ciento, entrara a la Unión Europea y se convirtiera en un país desarrollado como lo es hoy.

En esta Argentina, ¿sos optimista?

Hay siete de cada diez chicos y chicas pobres en Argentina. Si eso no nos invita a dejar de lado nuestras diferencias, nuestras peleas y nuestras disputas, hay que pensar que mientras hablamos hoy hay siete de cada diez chicos y chicas que están pensando seguramente en dormir en un cajero bancario, que no tienen para comer y que no van a la escuela. Si eso no nos invita a ponernos de acuerdo, te digo que estamos perdidos.

En tu libro citás a Harry Truman, presidente de los Estados Unidos, cuando dijo: “Uno puede lograr cualquier cosa en la vida siempre que no le preocupe a quién se le atribuya el crédito.” Aquí parece que siempre la especulación sobre quién se lleva el crédito es la traba a cualquier avance. ¿Cuál es tu mirada?

El ejemplo de lo que ha pasado en las elecciones pasadas con la victoria de Milei pone en jaque esa manera de hacer política vigente desde hace mucho tiempo en Argentina. Nos invita a pensar cuáles son los nuevos liderazgos que demanda el mundo. Y esto no es ponderar a Milei; por favor, es simplemente destacar que Argentina rompió con un statu quo. Hoy las grandes escuelas de liderazgo del mundo nos plantean que los grandes líderes son aquellos que tienen empatía, piensan en el otro y hacen liderazgo colectivo; no son individualistas. El mundo va hacia ese nuevo lugar. Argentina tiene que decidir si quiere seguir por la ruta que nos lleva a la inflación, la pobreza y el analfabetismo o si quiere ponerse en la senda por la cual van los países serios. Y los países serios invitan a otra manera de liderar. Así que coincido con tu análisis, pero creo que tenemos que empezar a demandarle a la dirigencia otro modelo de liderazgo mucho más horizontal, colectivo y empático; sobre todo por el dolor del otro.

Vuelvo sobre una palabra que usamos antes: dogmatismo. En cualquier caso, en el diálogo —como en la película— alguien tiene que ceder. Y es difícil ceder ante quien se considera más que un adversario: un enemigo cuyo único pecado —tomo tus palabras— es pensar distinto.

Es muy interesante lo que planteas y te cuento cómo lo hago desde mi simpleza; soy un laburante. Pero ¿cómo hago? Cuando pienso en quien piensa distinto e invito a los grandes dirigentes a hacer este ejercicio: todos hemos perdido a alguien querido; todos hemos sufrido por amor cuando alguien nos dejó y nos rompió el corazón; todos tenemos pasión por el fútbol o algún deporte; todos disfrutamos compartir con amigos o tomar un vino o una cerveza. Cuando empiezas a pensar en el otro como una persona similar a ti pero simplemente con una opinión diferente, empiezan a activarse dentro de ti cuestiones vinculadas a la compasión que hacen que dejes de querer cancelar ese error de pensar distinto. 

Mira, me voy a animar a contarte una anécdota personal porque me pasó y lo cuento públicamente: hablo mucho con Guado de Pedro, el líder de La Cámpora; no pienso nada como él —nada— pero sabes qué: tenemos muchos amigos en común. Lo conozco desde los cumpleaños; sé cómo es como padre y hermano; sé cómo es como amigo. La primera vez que lo crucé después de verlo en un cumpleaños fue en el Congreso; él venía con toda la sed de gloria por aprobar una reforma judicial que para mí era una desgracia —y por suerte fue declarada inconstitucional—. Cuando me acerqué para hacerle una pregunta dura —como hacemos los periodistas— vi su cara caída y le pregunté: “¿Qué te pasó?” Me contó que su hijo estaba internado y no le daban con lo que le pasaba. 

En ese momento no había nada más importante que su hijo; ¿me entendés? Antes de hacer la nota llamé al director de la clínica para conseguir atención médica para su mujer porque necesitaban ayuda médica. Ahora bien: ante el dolor de un hijo somos iguales; ¿me entendés lo que quiero decir? Sí, claro. Entonces digo: cuando activás esa compasión relacionada con pensar en el otro como un semejante las barreras políticas pasan a un octavo plano para mí.

Esta fue la charla con Gonzalo Aziz.

Si alguien desea profundizar: este jueves 19 a las 19 horas Gonzalo va a presentar su libro en el Teatro Comedia.

Lo acompañarán el gobernador Martín Llaryora, el diputado nacional radical Rodrigo de Loredo y la empresaria Lorena Piazze.

Inscripciones acá.


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