El verbo del verano: proscribir

¿Qué significa proscribir, la palabra más usada en los últimos tiempos en la política argentina?

Según la Real Academia Española, proscribir es expulsar a alguien de su patria o su ambiente, especialmente por causas políticas.

O bien, en otra acepción, prohibir algo, en particular un uso o una costumbre.

Proscripción es el sobregiro que el kirchnerismo más duro está haciendo de la posibilidad –insistamos, la posibilidad– de que la Justicia confirme que Cristina Fernández queda inhabilitada para ejercer cargos públicos a partir de que quede firme la condena a seis años de prisión por la causa Vialidad.

Este proceso todavía no está cerrado: fue un fallo de primera instancia que puede ser apelado en lo que se llama casación y, aún más, ante la Corte Suprema.

Pero Cristina misma se montó sobre esta situación y trata de empujar a todo el peronismo para que, a coro, clamen a su favor.

Ahora bien, ¿qué quiere Cristina? ¿Realmente le interesa ser candidata en un contexto tan adverso?

¿Está buscando forzar aún más la polarización?

¿Quiere ser el tapón para Alberto Fernández, que tiene intención de ir por la reelección?

¿O es otra forma de presionar a la Justicia mostrando a todo el peronismo de su lado?

Porque para realmente ser candidata, va a tener que remar contra una imagen muchísimo más negativa que positiva.

Y porque por más que quiera, no va a poder despegarse del gobierno de Alberto Fernández, con sus pobrísimos éxitos y sus extensos fracasos.

A presión de los kirchneristas, se armó una mesa política para definir las candidaturas.

De la primera y única reunión hasta ahora, emergieron dos cosas claras:

Primero, que todos estaban obligados a repetir el argumento de Cristina proscripta y que debían salir a las calles en un operativo clamor para que sea candidata.

Segundo, que nadie lo quiere a Alberto ni siquiera en una fórmula para las primarias.

Como Alberto insiste y como el gobierno está loteado con gente de todos los colores K, se están peleando adentro por eso.

Contra la opinión de algunos de sus colegas del gabinete, que se sumaron de entrada al nuevo discurso kirchnerista, el que puso el dedo en la llaga fue el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández: “Los que dicen que Cristina está proscripta no estándolo quieren proscribir al Presidente y es una locura”.

Otra grieta en un gobierno parcelado que confirma, por si hiciera falta, que la clave de todo: que Alberto no pueda presentarse a las Paso.

El problema es que si Alberto se baja ya, su debilitado gobierno será la nada misma… Son cada vez menos los ministros que le responden.

Por ahora, lo mantienen vivo un relato autoconstruido de una Argentina que sólo él y Gabriela Cerutti ven.

Y las promesas de Sergio Massa de que algún día, quizá, tal vez, bajen la inflación a tres puntos.

Mientras tanto, es esa inflación la que proscribe muchos derechos básicos de los argentinos: como el de una buena alimentación, por ejemplo, o el de la salud, con el precio de los medicamentos.