Ellos y los miedos

Es terrible ver cómo en últimos tiempos los políticos oficialistas quieren que los argentinos sientan miedo.

Sí, miedo.

Dijo Aníbal Fernández y lo repitió Axel Kicillof: si gana la oposición, habrá muertos, correrá sangre y la Argentina sufrirá una nueva tragedia.

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Y Cristina lo vociferó: “No te tenemos miedo”, le dijo a Javier Milei porque este promete eliminar los privilegios de la casta.

Decir que no se tiene miedo, es una forma de exteriorizar que, tal vez, lo tenga.

Mañana se va a sumar la CGT cuando emita un documento por el Día de los Trabajadores (sí, lo harán mañana porque hoy se iban a perder el locro).

¿Qué dirán los caciques sindicales?

“El descontento es el terreno fértil para la aparición de emergentes antisistema, que pretenden capitalizarlo poniendo en riesgo la vigencia de un sistema democrático pleno”.

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Aplausos para los autopercibidos defensores de la democracia, que son los mismos que le hicieron a Raúl Alfonsín 13 paros generales; a Carlos Menem, 8; a Fernando De la Rúa, 8; a Eduardo Duhalde, 2; a Néstor Kirchner, 1; a Cristina Kirchner, 5; a Mauricio Macri, 5.

En definitiva, la CGT hizo 42 paros generales desde 1983, 27 en gobiernos no peronistas. La huelga es un derecho, sí, pero ¿qué cambió para los trabajadores? Nada. La situación empeoró.

Pero quiero volver sobre estos mensajes apocalípticos para la sociedad.

Primero, parece absurdo pretender que la gente se olvide de la inflación del 8 o 9 por ciento y de la mitad de la sociedad en la pobreza porque le digan que lo que vendrá será peor.

Segundo, sería mejor que el oficialismo, pero también la oposición, nos hagan conocer cómo pretenden resolver este entuerto.

Tercero, ¿no les parece que la gente está lo suficientemente agobiada para sumarle más angustia?

Demasiadas preocupaciones tenemos en nuestra vida cotidiana: salarios que no alcanzan para todo lo que hay que pagar, hijos que no consiguen trabajo y que quieren irse al exterior, mayores en la familia que sufren la desatención del Estado, vida puesta en riesgo por la inseguridad. Y podríamos seguir con una lista interminable.

Y eso, muchas veces, demasiadas veces, nos pone en un virtual estado de pánico.

Porque digan lo que digan los políticos, todos los días, los ciudadanos de a pie debemos respirar hondo y salir a enfrentar la vida que ellos nos complican con su ineptitud.

Por favor, piensen en cómo solucionar los problemas. No en taparlos contagiando miedos.

Vayamos a votar en libertad, con prescindencia de los que nos quieren condicionar asustándonos.