En el Estado, el tamaño sí cuenta

Hoy vemos medidas muy concretas destinadas a borrar el papel del Estado en lo que Javier Milei y sus libertarios consideran un cepo que frena el libre desarrollo de los argentinos.

Buena parte de esa reducción, en muchos casos a la nada misma, está en el mega Decreto de Necesidad y Urgencia y otra parte está en las medidas que se van adoptando, como la baja de 7.000 empleados contratados este año.

Se trata de achicar todo lo que se pueda.

No es un debate nuevo: el tamaño del Estado es un tema de discusión constante en la política y marca el péndulo que va entre una derecha que lo detesta porque va en contra de las fuerzas del mercado y una izquierda que lo considera imprescindible justamente para regular esas fuerzas.

Es decir, hay quienes sostienen que el Estado debe ser pequeño para que no interfiera en la vida de los ciudadanos, mientras que otros creen que debe ser grande para poder garantizar los derechos y servicios básicos de la población.

Estado pequeño

Los partidarios de un Estado pequeño sostienen que este es más eficiente y efectivo.

Argumentan que el Estado grande es burocrático y lento, y que sus políticas son a menudo ineficaces.

Además, sostienen que el Estado grande limita la libertad individual, ya que restringe la capacidad de los ciudadanos de tomar sus propias decisiones.

Estado grande

Los partidarios de un Estado grande afirman que este es necesario para garantizar los derechos y servicios básicos de la población.

Argumentan que el Estado es responsable de proporcionar educación, salud, seguridad social y otros servicios esenciales que los ciudadanos no pueden proporcionar por sí mismos.

Además, sostienen que el Estado es necesario para regular la economía y proteger el medio ambiente.

Un equilibrio necesario

En la práctica, salvo el nuestro, la mayoría de los Estados son de tamaño intermedio.

Es decir, no son tan pequeños como para ser incapaces de garantizar los derechos y servicios básicos de la población, pero tampoco son tan grandes como para ser burocráticos e ineficientes.

En última instancia, el tamaño del Estado es una cuestión de equilibrio. Es necesario encontrar un punto intermedio que permita al Estado garantizar los derechos y servicios básicos de la población, sin limitar la libertad individual ni ser demasiado burocrático e ineficiente.

Al evaluar el tamaño del Estado, es importante considerar los siguientes factores:

1. El nivel de desarrollo económico y social del país: Los países desarrollados suelen tener Estados más grandes que los países en desarrollo, ya que estos necesitan proporcionar más servicios a sus ciudadanos.

2. Las necesidades de la población: El tamaño del Estado debe adaptarse a las necesidades de la población. Por ejemplo, un país con una población envejecida necesitará un Estado más grande para proporcionar pensiones y otros servicios de atención a la tercera edad.

3. La cultura política del país: La cultura política de un país puede influir en el tamaño del Estado. Por ejemplo, los países con una cultura política más igualitaria suelen tener Estados más grandes que los países con una cultura política más individualista.

Conclusiones

El tamaño del Estado es un tema complejo que no tiene una respuesta fácil. Es una cuestión de equilibrio que debe evaluarse teniendo en cuenta los factores mencionados anteriormente.

Tal vez debamos mantener siempre presente la frase de

Willy Brandt, canciller de Alemania Occidental entre 1969 y 1974, y que aquí mencionó Juan Schiaretti durante la campaña electoral:

Tanto mercado como sea posible; tanto Estado como sea necesario.