Abrapalabra
01/11/2024 | 17:00
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
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Atentado en Río Tercero: el dolor que no cesa
El 3 de noviembre de 1995, la ciudad de Río Tercero fue escenario de una de las tragedias más devastadoras en la historia del país.
Ese día, temprano, una serie de explosiones en la Fábrica Militar transformaron la vida de sus habitantes para siempre.
Siete vidas se perdieron y más de 300 personas resultaron heridas, dejando un rastro de dolor y sufrimiento que aún perdura.
Un día fatídico
Aquel viernes amaneció como cualquier otro, pero a las 8:55, el sonido ensordecedor de la explosión resonó en toda la ciudad.
Alrededor de 20 mil proyectiles fueron lanzados al aire, causando una destrucción masiva.
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Barrios enteros quedaron gravemente afectados.
La población, que era de unos 44 mil habitantes, se vio obligada a evacuar; cerca de 6 mil personas abandonaron sus hogares por miedo a nuevas explosiones.
Las víctimas fatales eran ajenas a la fábrica. La mayoría de los heridos también lo eran.
Este hecho subraya la crueldad del suceso: personas inocentes atrapadas en un acto que no era un simple accidente sino un crimen encubierto.
Desde el principio, las autoridades intentaron presentar el evento como un accidente.
El entonces presidente Carlos Menem afirmó categóricamente que no había indicios de un atentado.
Sin embargo, investigaciones posteriores revelaron que las explosiones fueron provocadas para encubrir un escándalo relacionado con el contrabando de armas a Ecuador y Croacia.
El camino hacia la justicia ha sido largo y complicado.
En diciembre de 2014, cuatro altos funcionarios resultaron condenados por "estrago doloso seguido de muerte".
Menem fue sentenciado a siete años de prisión, pero nunca fue a la cárcel porque tenía fueros en el Congreso ya que era senador.
.El legado del dolor
Aunque el Estado argentino estableció un fondo para indemnizar a las víctimas, muchos continúan reclamando justicia y reconocimiento por el daño psicológico y moral sufrido.
La lucha continúa
A lo largo de los años, los habitantes de Río Tercero han mantenido viva la memoria del trágico evento.
Muchos de ellos trabajan incansablemente para exigir justicia y reparación.
El dolor por las ausencias se entrelaza con una lucha colectiva que busca no solo justicia por los muertos y heridos, sino también un reconocimiento del crimen que se cometió.
Sirvan estas palabras como homenaje a las víctimas y a quienes aún cargan con el peso del dolor por sus ausencias.
Y a todos los riotercerenses que luchan día a día por recuperar la tranquilidad que perdieron aquel 3 de noviembre de 1995.
Romina Torres, Laura Muñoz, Aldo Aguirre, Leonardo Solleveld, Hoder Dalmasso, Elena Rivas de Quiroga y José Varela descansen en paz.
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