Horacio Rodríguez Larreta, el ocaso de un soñador ambicioso

Dos años después de su humillante derrota en las primarias de 2023 frente a Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta reaparece como candidato a legislador porteño, un giro que huele más a desesperación que a estrategia.

"Dejó de sonar mi celular, siempre pienso que está roto", confesó, para dejar en claro el aislamiento que sufrió tras perder el liderazgo de Juntos por el Cambio y ser relegado por el PRO.

Su retorno, fuera del partido que ayudó a fundar, es un intento de resucitar políticamente, pero el paso de jefe de Gobierno a legislador suena a downgrade, a jugar desde la B, para alguien que soñó con la presidencia.

Larreta carga contra Jorge Macri, actual jefe porteño, acusándolo de dejar la Ciudad "sucia, con baches y olor a pis", un reproche que destila resentimiento por ver su supuesto legado de ocho años desmoronarse.

También apunta a Mauricio Macri, su exmentor, con quien rompió tras las PASO, donde su tibieza dialoguista lo dejó con un magro 11% frente al 17% de Bullrich.

"Me volví un conservador", admitió, reconociendo su incapacidad para surfear la interna.

Ahora, dice volver por amor a Buenos Aires, pero parece más una jugada nostálgica para no quedar en el olvido.

El riesgo es alto: en un PRO fragmentado y con una ciudadanía que podría verlo como un político gastado, su crítica al macrismo lo expone a contraataques. "¿Cómo no me va a doler si esta ciudad es parte de mi vida?", se lamenta. Pero este regreso, lejos de la jugador presidencial, lo pinta como un exiliado político aferrado a un pasado que, tal vez, solo él añora. 

Los porteños dirán si le dan una segunda chance o lo mandan definitivamente al silencio.