Abrapalabra
12/08/2024 | 17:31
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
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La juventud, ante la necesidad de reconectar con la política y el caso Milei
Hace poco tiempo abordamos las características de la juventud argentina a partir de una encuesta de la consultora Moiguer.
Hoy, en el Día Internacional de la Juventud, revisemos la relación de juventud y política en tiempos tan convulsionados.
Porque, claramente, la juventud contemporánea se encuentra en una encrucijada en términos de participación social y política.
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A pesar de ser un motor de cambio y de innovación, muchos jóvenes expresan una profunda decepción hacia las estructuras políticas tradicionales, lo que los mantiene al margen de los procesos decisionales que afectan sus vidas.
Este fenómeno no es homogéneo y varía significativamente entre generaciones, cada una con sus propias características y formas de implicación.
La desafección política entre los jóvenes se manifiesta como una actitud de desinterés y desconfianza hacia los políticos y las instituciones.
Podríamos citar varios factores que contribuyen a esta situación:
Crisis económica: La incertidumbre laboral y el desempleo afectan especialmente a los jóvenes, quienes ven limitadas sus oportunidades de desarrollo personal y profesional. En todos los países, subdesarrollados y desarrollados, hay fuertes movimientos migratorios.
Falta de representación: muchos jóvenes sienten que no hay figuras políticas que los representen adecuadamente, lo que alimenta la percepción de que su voz no tiene valor en el sistema político actual.
Estructuras rígidas: la jerarquía y la falta de democracia interna en los partidos políticos generan un ambiente poco atractivo para la participación activa de los jóvenes. La política universitaria aún guarda otro atractivo. Pero evidentemente es un filtro hacia la política “de mayores”.
Desconfianza en los líderes: la baja credibilidad de los políticos, sumada a la percepción de corrupción y falta de compromiso, contribuye a la desafección generalizada.
A pesar de la desafección, es una falsa creencia que los jóvenes no se involucren en la política. De hecho, su compromiso se manifiesta de maneras diferentes y a menudo innovadoras.
Las generaciones más jóvenes, como la Generación Z y los Millennials, han adoptado nuevas formas de activismo que se alejan de las prácticas tradicionales:
Ciberactivismo: las redes sociales emergieron como plataformas clave para la movilización y la expresión política. Los jóvenes utilizan estas herramientas para organizar protestas, difundir información y crear conciencia sobre temas que les importan, como el feminismo, el medio ambiente y la diversidad.
Movimientos sociales: muchos jóvenes se sienten más atraídos por causas específicas que por la política convencional. Movimientos como Fridays for Future y las manifestaciones por la igualdad de género han captado su atención y participación activa, reflejando un deseo de cambio que trasciende las estructuras políticas tradicionales.
Participación alternativa: la juventud se involucra en formas de participación que no necesariamente implican el voto, como la militancia en organizaciones no gubernamentales o la participación en foros comunitarios. Esto muestra una búsqueda de espacios donde su voz sea escuchada y valorada.
Según el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG), difundido por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, la confianza de los jóvenes de 18 a 29 años en Milei no es lineal y desde el comienzo de su gestión hubo altibajos notables.
Pero mantiene una masa crítica de apoyo, que sustenta en aquel estilo desenfadado de la campaña, sus ataques a “la casta”, el uso de las redes sociales.
En el fondo, está la matriz rupturista que representa MIlei respecto de una clase política que hundió a los padres y abuelos de los jóvenes en una crisis sin fin, esa que abre la puerta a los chicos para pensar en irse del país.
Para abordar la desafección política y fomentar una mayor participación, es esencial que las instituciones políticas reconozcan y se adapten a las necesidades y expectativas de la juventud. Esto incluye:
Promover la educación cívica, es decir fomentar el conocimiento sobre el funcionamiento de las instituciones y la importancia de la participación política desde una edad temprana puede ayudar a construir una ciudadanía más comprometida.
Crear espacios de diálogo, esto es establecer canales de comunicación entre los jóvenes y los líderes políticos puede contribuir a una mayor inclusión y representación de sus intereses.
Reformar estructuras políticas. La implementación de prácticas más democráticas dentro de los partidos y organizaciones puede atraer a los jóvenes, quienes buscan un entorno participativo y menos jerárquico.
En conclusión, la juventud es un actor clave en la construcción del futuro político y social.
Su participación, aunque a menudo marcada por la decepción y la desconfianza, puede ser revitalizada a través de estrategias que reconozcan su voz y su capacidad de agenciamiento. Las generaciones actuales están redefiniendo lo que significa ser político y, en este proceso, tienen el potencial de transformar la sociedad en su conjunto.
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