Abrapalabra
25/01/2024 | 16:47
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
Audios
La revolución no será tuiteada
El uso excesivo de las redes sociales en la política es un tema que ha sido objeto de debate en los últimos años.
Aunque las redes sociales pueden ser una herramienta útil para la comunicación política, su utilizaron excesivo puede tener consecuencias negativas.
Por ejemplo, según un artículo de Psychology Today, las empresas de redes sociales pueden amplificar las divisiones políticas y el odio, ya que sus algoritmos promueven contenido que llama la atención y la forma más eficaz de hacerlo suele ser impulsando el discurso de odio que genera indignación y participación.
Desde unos cuantos mandatos atrás, tenemos funcionarios, desde los presidentes para abajo, que se han propuesta saltar a los medios de comunicación y tratar de comunicarse directamente con la audiencia.
Observen el intenso uso de la cuenta en X (exTwitter) del presidente Javier Milei.
Es cierto que tiene colaboradores que trabajan sobre las redes, pero se sabe que él personalmente es muy afecto a estar en el candelero.
De hecho, si algo le sirvió a Milei para construir su carrera presidencial, fue el contacto casi cara a cara con sectores de la sociedad que están alejados de los medios de comunicación.
Pero no hay que confundirse: no siempre los mensajes buscan captar la atención de los ciudadanos comunes. De hecho, casi nunca se permite la interacción porque el político no responde la enorme mayoría de los mensajes que recibe.
En este contexto, las redes son usadas como herramientas de lucha política.
A veces con excesos.
Es lo que ocurrió con un tuit del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo cuando les dijo indirectamente a los gobernadores que si es rechazado alguno de los artículos de la ley ómnibus “todas las partidas provinciales que se recortarán inmediatamente”.
O sea, léase como quiera, sonó a un apriete, con un sentido de la oportunidad pésimo. Se está negociando en el Congreso para lograr juntar respaldos y esto generó reacciones muy fuertes y puso en riesgo el diálogo.
Conclusión: ¿No hubiese sido mejor que en lugar de tuitear, lo que es cómodo, claro que sí, Caputo usara un método más clásico como una ronda de consultas telefónicas con los gobernadores?
Deberían convencerse Milei y sus ministros que, al menos hasta ahora, la revolución no se hace tuiteando.
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