La superinteligencia artificial, entre el progreso y el peligro

Corría 1977. el ingeniero de sonidos y músico Alan Parsons quiso alertar sobre los peligros del desarrollo sin control de la inteligencia artificial y deslumbró a todos con un tema que tituló “I robot” (Yo robot).

El tema ya había sido objeto de libros y películas. Parsons no hizo con esto una reivindicación del desarrollo tecnológico sino, como otros intelectuales, una advertencia sobre el futuro de una humanidad dominada por máquinas.

Casi medio siglo, o para ser exactos 47 años después, en el mundo cobra cada vez más relevancia el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).

Recientemente, un exmiembro del equipo de OpenAI, la empresa que desarrolló el famoso ChatGPT, encendió las alarmas sobre los riesgos potenciales de una IA que supere en inteligencia al ser humano.

¿Estamos ante el amanecer de la superinteligencia artificial?

Carroll Wainwright, quien trabajó en OpenAI, expresó su preocupación por la carrera tecnológica hacia la creación de una inteligencia artificial general (IAG) que podría igualar o incluso superar la capacidad cognitiva humana.

Y alertó: "Deberíamos tomárnoslo muy en serio".

La inteligencia artificial general (IAG), a diferencia de la IA generativa actual, tendría la habilidad de comprender y actuar en contextos complejos, una perspectiva que tanto entusiasma como inquieta.

OpenAI, en crisis

La renuncia de Wainwright se debe en parte al cambio de dirección en OpenAI, que pasó de ser un laboratorio de investigación sin fines de lucro a una entidad con un enfoque más comercial tras el éxito de ChatGPT.

Este cambio ha generado un debate sobre las verdaderas motivaciones detrás del desarrollo de la IA y si estas están alineadas con el bienestar de la Humanidad.

En este contexto, los riesgos asociados con la inteligencia artificial general son múltiples y significativos.

Desde la posibilidad de que las máquinas reemplacen empleos cualificados hasta las consecuencias sociales y psicológicas de tener asistentes personales de IA.

Pero el riesgo más grande es el de control: ¿cómo podemos asegurarnos de que una IA superinteligente actúe en concordancia con los deseos humanos y no desarrolle sus propios objetivos?

La necesidad de regulación

La ausencia de regulaciones adecuadas en el campo de la IA es una preocupación central para los trabajadores del sector.

La reciente ley de IA de la Unión Europea es un paso en la dirección correcta, pero su implementación no será efectiva hasta 2026.

Mientras tanto, la urgencia de competir en el mercado podría llevar a las empresas a acelerar el desarrollo sin las precauciones necesarias, aumentando el riesgo de consecuencias no deseadas.

La discusión sobre la IA y su futuro es crucial y debe ser tomada con la seriedad que merece. No se trata solo de un tema técnico, sino de una cuestión que afectará a todos los aspectos de nuestra vida.

Es imperativo que las empresas, los reguladores y la sociedad en general trabajen juntos para garantizar que el avance de la IA se realice de manera segura y beneficiosa para todos.