¿Nace una nueva derecha?

Más allá de las definiciones precisas que ofrece la politología, en nuestro imaginario la política opera bajo dos etiquetas: derecha e izquierda.

Si hay centro, nunca es puro: es centro-derecha o centro-izquierda.

La derecha se asocia siempre con posturas más conservadoras, tradicionalistas y, a menudo, favorece políticas que buscan mantener el orden social existente.

En contraste, la izquierda tiende a empujar por cambios sociales y económicos bajo el argumento de la igualdad y la justicia.

Un breve repaso por la historia argentina.

Siglo XIX, abierto conflicto entre liberales y conservadores.

Los liberales, asociados con la élite urbana y los intereses comerciales, querían reformas políticas y económicas.

Los conservadores, ligados a la Iglesia y la élite terrateniente, buscaban mantener la influencia de la Iglesia y preservar la estructura social existente.

Década del 40. Nace el peronismo. Toma elementos de izquierda y de derecha, arma una base popular y proclama el principio de la justicia social.

La bipolaridad argentina continuó después de la caída de Perón en 1955 dividida: peronismo y antiperonismo.

A menudo se alineaban con categorías de izquierda y derecha.

Las dictaduras argentinas siempre se alinearon con la derecha con políticas autoritarias y represivas. Digamos que en otros países del continente había, y aun hay, autoritarismo y represión, pero proveniente de dictaduras de izquierda. Cuba, como ejemplo.

Desde 1983, con la restauración de la democracia, la política argentina ha estado marcada por la alternancia entre gobiernos de orientación más liberal y otros más populistas o de centro-izquierda, ligados a la socialdemocracia.

La complejidad de la política argentina nos trajo hasta este 2023, con dos candidatos, uno que podríamos situar al centro del peronismo, como Sergio Massa, y otro a una derecha con baja organicidad, como Javier Milei.

Lo interesante es observar el crecimiento de Milei a partir de sectores, como la juventud, que raramente se ubicaría en la derecha, según una concepción tradicional.

Por aquello de que de jóvenes todos somos incendiarios y de viejos nos convertimos en bomberos.

En este contexto, la figura de Milei es determinante y concentra la atención, desde sus estallidos emocionales hasta la motosierra. Pone en acción el sentimiento de mucha gente cuando desnuda la casta política.

Pero no queda todo en él. Hay que sumar el papel que está jugando la candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, muy potente como baluarte de esa derecha.

Lo demostró este miércoles por la noche en el debate con su contrincante, Agustín Rossi, el compañero de fórmula de Massa.

Más allá del resultado electoral, ¿es posible que esa tendencia de derecha haya llegado para quedarse?

Obviamente, falta tiempo para saberlo con certeza.

Debemos preguntarnos, de arranque, si en la nueva sociedad que se ha forjado, Milei no se verá obligado a competir con Mauricio Macri por el rumbo de esta derecha, bien corrida a la derecha o rozando el centro.

Todo un desafío para una fuerza que nace o renace en medio de la crisis, que queda atrapada por sus posiciones en el debate sobre la dictadura pasada.

Y que, sin embargo, si gana las elecciones, deberá mirar para adelante para resolver la situación en la que vivimos con un costo que todos advertimos va a ser gravoso.