Palabras que encienden hogueras

Vaya paradoja: la crisis que enfrenta Brasil sacó lo mejor y lo peor de los dos costados de la grieta argentina.

Lo mejor fue que, no importa de qué lado hayan estado, el kirchnerismo y Juntos por el Cambio repudiaron la intentona golpista. Por distintas razones, claro, pero la repudiaron.

Nunca hay buenas del todo.

Lo peor llegó cuando, montados sobre la situación del hermano mayor del Mercosur, decidieron que era momento de tirarse con pasado y presente, y dejarnos en una sombra el futuro.

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Del lado del kirchnerismo, apareció el nada diplomático canciller Santiago Cafiero, para afirmar que Mauricio Macri es uno de los responsables de la “radicalización de las derechas antidemocráticas”, como ocurrió con Donald Trump y con Bolsonaro.

A su vez, la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, acusó a la oposición de ser antidemocrática, y de financiar grupos de extrema derecha, “que atentan contra la vida de la vicepresidenta”.

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Por supuesto, ninguna prueba de nada. Sólo palabras al aire que tratan de herir a los dirigentes opositores, siempre pensando en las elecciones, nunca en la realidad de los argentinos.

Juntos por el Cambio salió a contratacar con tres hechos centrales:

La negativa de Cristina Kirchner en 2015 a entregar a Macri los atributos del mando y la contraposición de 2019, cuando Macri sí se lo dio a Alberto Fernández.

Y el ataque a pedradas al Congreso en diciembre de 2019, cuando se trataba la reforma jubilatoria del gobierno de Macri.

La embestida kirchnerista sobre la Corte Suprema y toda la Justicia.

Todo esto traba al Congreso que, se supone, debería tratar una serie de leyes económicas. Juntos por el Cambio acaba de advertir que no va a apoyar ninguna ley hasta que se levante el pedido de juicio político a la Corte.

¿Es posible construir una alternancia democrática si no hay reglas mínimas de convivencia?

¿Cómo pensar el futuro si nos miramos en el espejo de Brasil y observamos que, a solo una semana de asumir, un presidente debe enfrentar un intento por destituirlo?

Dios guarde a la Argentina de lo que pasaría si el resultado electoral de este año es ajustado y no hay mayorías claras por efecto de una hiperpolarización extrema.

Siempre se habló de los primeros cien días de una gestión como plazo de gracia para ver sus resultados.

Ahora, ni siquiera hace falta esperar esos resultados.

Con un relato que hostigue la legitimidad de origen de quien está en el Gobierno parece suficiente para encender una hoguera a la que los mismos políticos alimentan con el combustible de palabras encendidas.