Partidos políticos, ante el dolor de ya no ser

Quedan peronistas, ¿pero hay peronismo?

Quedan radicales, ¿pero hay radicalismo?

Porque los sentimientos, como los que nos unen a un club de fútbol, no se van.

Pero ¿hay estructuras, como las que conocimos, que sean capaces de contener lo mucho o poco que queda de esos sentimientos?

La era Milei en la Argentina ha sido caracterizada por un cambio significativo en el panorama político y económico del país.

Desafía el status quo y cuestionando las políticas tradicionales tanto de la derecha como de la izquierda.

Si bien es difícil predecir con certeza el futuro de los partidos políticos en Argentina durante esta era, podemos analizar algunas posibles tendencias y escenarios.

Fragmentación política: la aparición de líderes carismáticos como Milei, que desafían las estructuras políticas tradicionales, podría llevar a una mayor fragmentación del espectro político argentino.

Esto podría traducirse en la formación de nuevos partidos políticos o en la consolidación de movimientos políticos alternativos, lo que dificultaría la conformación de mayorías sólidas en el Congreso y el establecimiento de agendas políticas coherentes.

Hoy vemos que Mauricio Macri tomó el control del PRO y eso claramente lo acerca a Milei y La Libertad Avanza.

Reconfiguración de los partidos existentes: ante el desafío representado por figuras como Milei, es probable que los partidos políticos tradicionales se vean obligados a adaptarse y reconfigurarse.

Podrían surgir divisiones internas dentro de los partidos existentes, con sectores que buscan adoptar posturas más cercanas a las ideas liberales o adoptar estrategias para contrarrestar el ascenso de líderes como Milei.

Renovación ideológica: la aparición de líderes políticos como Milei podría impulsar un debate más profundo sobre las políticas económicas y sociales en Argentina. Desde la lógica política tradicional, esto debería llevar a una renovación ideológica dentro de los partidos existentes, con un mayor énfasis en la liberalización económica, la reducción del tamaño del Estado y la promoción de políticas pro-mercado.

En resumen, la era Milei en Argentina está marcada por la emergencia de un nuevo paradigma político y económico, que desafía las concepciones tradicionales y promueve ideas liberales radicales.

Volvemos hacia las preguntas iniciales.

Quedan peronistas, ¿pero hay peronismo?

Cómo impactó la derrota electoral después del desastre del gobierno de Alberto Fernández y cuál será en el futuro el papel de Cristina Fernández es todavía una incógnita.

Como lo es también el papel que asumirán los gobernadores, muchos poco dispuestos a someterse a los dictados de un liderazgo que fracasó y que no ofrece demasiado futuro.

Quedan radicales, ¿pero hay radicalismo?

Veamos Córdoba. Muchos dirigentes, con más o menos peso específico, se fueron con el oficialismo de Martín Llaryora, en este inconfesable sueño de un cordobesismo hegemónico.

Otros defienden las banderas, mientras intentan que la Casa Radical, como símbolo de la historia, vuelva a cobrar vida.

Y en el peronismo, el que no está dentro de ese cordobesismo, queda con la nostalgia de otras épocas. Ya ni siquiera el nombre del Partido Justicialista significa algo. El tiempo y la fantasía de alianzas abarcativas lo licuaron.

Fragmentación, reconfiguración interna y polarización política, así como de un renovado debate ideológico en torno a las políticas públicas, son sus desafíos.