Perdón, Morena

Hablar de política, hablar de elecciones.

Dejémoslo de lado.

La muerte violenta de una nena de 11 años, en manos de motochorros en Lanús, nos muestra la magnitud del problema de la inseguridad.

Un ángel que iba caminando a la escuela, al lugar en el que todos los niños deberían estar en paz, contenidos, aprendiendo a soñar con un país mejor, más solidario, sin violencia.

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Pero también esto refleja el drama de una infancia desprotegida.

Recordemos un informe reciente de Unicef (febrero de este año): dos de cada tres niñas y niños de Argentina (66 por ciento) son pobres por ingresos o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro.

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Una pobreza multidimensional, como explica Unicef.

Los datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC revelan que en el primer semestre de 2022 el 51,5 por ciento de las niñas y niños eran pobres por ingresos.

O sea, vivían en hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la canasta básica de alimentos y servicios.

Además, si se suman las privaciones no monetarias, el valor asciende al 66 por ciento de las chicas y chicos del país.

Si lo ponemos en números, hay alrededor 8,8 millones las niñas y los niños con carencias monetarias o de algunos de los derechos fundamentales considerados en la EPH. 3,7 millones (28 por ciento) con ambos tipos de privaciones simultáneamente: es decir, 3 de cada 10 chicas y chicos viven en hogares con ingresos insuficientes y, a la vez, tienen al menos un derecho básico vulnerado.

Todo esto no contempla, claro, la incidencia de la inflación galopante en el aumento de la pobreza.

Estos números son terribles, pero el alma se termina de lacerar cuando además la violencia se lleva a un ángel.

Entonces, nos preguntamos qué diablos estamos haciendo todos, los ciudadanos y los políticos, para evitarlo.

¿Cómo es posible que puede haber tipos con la cabeza tan quemada para intentar robar una mochila de un escolar?

Es una locura por donde se lo mire.

Hablaremos de la puerta giratoria de la justicia, por la que los chorros entran y salen; si son menores hablaremos de la edad de imputabilidad; hablaremos de la campaña electoral.

Hoy, deberíamos agachar la cabeza y pedirle perdón a esta Morena y a todas las Morena. Como sociedad, no hemos sabido cuidarla.