Abrapalabra
21/10/2024 | 17:15
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
Audios
Periodistas, en tiempo de repensarnos
Las relaciones entre el periodismo y el poder son difíciles por naturaleza. Y multifacéticas, porque se caracterizan caracterizadas por una dinámica de conflicto y colaboración.
Contrapoder y vigilancia
El periodismo actúa como un contrapoder al poder político, desempeñando un papel crucial en la vigilancia de las acciones gubernamentales
Influencia mediática
Los medios de comunicación han evolucionado para convertirse en actores políticos significativos. Aunque con su capacidad disminuida frente al avance de las redes sociales, todavía llegan a moldear la opinión pública.
Dependencia mutua
A pesar de las tensiones, existe una dependencia mutua entre el periodismo y el poder. Los políticos necesitan a los medios para comunicar sus mensajes y llegar a la ciudadanía. Lo de Javier Milei es un caso paradigmático por la forma en que construyó su carrera política, desde horas de pantalla y sin estructura partidaria.
Mientras, los medios dependen de la información proporcionada por los actores políticos para generar contenido5. Esta interrelación puede llevar a una manipulación de la información donde los medios y periodistas se convierten en herramientas del poder en lugar de agentes independientes.
Hay, nos guste o no a los periodistas, una crisis de legitimidad fogoneada por los actores políticos y favorecida por la fragmentación de las audiencias, que encuentran cada vez más canales de comunicación.
Dicho esto y con las declaraciones del domingo por la noche de Milei contra el periodista Marcelo Bonetti, al que acusó de mentir, es bueno traer al presente la experiencia de una charla con una figura internacional del periodismo.
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Sucesivamente en Buenos Aires y en Córdoba, participamos de dos charlas con Martin Baron, un reconocidísimo director de medios de Estados Unidos.
Como recordó Marcos Calligaris en la nota que publicó sobre la charla con Baron, fue de alguna manera quien originó los informes periodísticos que detonaron grandes escándalos en Estados Unidos.
Desde el diario The Boston Globe, destapó en 2002 el escándalo de los abusos dentro de la Iglesia en Boston.
Trabajando en The Washington Post, reveló el escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton.
Y antes, como director de Miami Herald, lideró la información sobre el caso Elián González, el niño que en noviembre de 1999, fue sacado ilegalmente de Cuba por su madre, Elizabeth Brotons, pero ante la muerte de ella, devuelvo por Estados Unidos a la isla.
¿Qué nos quedó de estas charlas con Baron?
La primera amenaza: ponerse de acuerdo en qué es un hecho
Esta es la base de la tensión entre periodismo y política. Y esa fue la base de la crítica de Milei contra Bonelli.
"Bonelli mintió descaradamente sobre el motivo del alejamiento de Mario Russo, el señor Bonelli dijo que lo eché por chorro", dijo Milei.
O sea, no se discute la interpretación del hecho sino la existencia del hecho en si mismo.
La responsabilidad de los periodistas es, hoy más que nunca, asentar con pruebas y datos concretos toda nuestra información.
La segunda amenaza: el poder de la inteligencia artificial generativa
Uno de los riesgos más críticos de la IAG es la generación masiva de contenido falso.
La capacidad de crear textos e imágenes que parecen auténticos puede llevar a la proliferación de noticias engañosas. Esto no solo confunde a los lectores, sino que también socava la confianza en los medios tradicionales.
La tercera amenaza: la estabilidad financiera de los medios
Esto es de lo que se aprovechan muchos gobiernos, pero será tema de otra charla, seguramente.
En este contexto, pongamos sobre la mesa la frase más potente que Baron impuso en The Washington Post: "La democracia muere en la oscuridad".
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