¿Peronistas de Perón, de Massa o de Milei?

Qué es hoy el peronismo es, claramente, una pregunta demasiado abarcativa.

Aquel movimiento político y social argentino, nacido en la década de 1940 bajo el liderazgo de Juan Domingo Perón, adquirió –y hoy sigue adquiriendo– distintos ropajes.

Como “peronismo” siempre hemos definido al movimiento en sí como a su ideología política.

Como la pregunta, esto es tan amplio que resulta imposible encuadrarlo.

La “doctrina peronista” es objeto de interpretación múltiple.

Desde la derecha hasta la izquierda, pero bien a la derecha y bien a la izquierda, que el propio Perón admitía.

De los necesitados que, se supone, está llamada a ayudar, hasta los más rancios dirigentes que adscribieron a ella.

De los intelectuales que van de un lado al otro del péndulo.

Y de los “herederos políticos”, que entendieron a Perón desde el pragmatismo con que lo hizo Carlos Menem, hasta el paternalismo populista que encarnó la dinastía Kirchner.

Y llegamos hasta hoy.

¿Cómo redefinimos al peronismo en esta etapa que es el final del kirchnerismo?

Porque claramente, aunque gane Sergio Massa, su candidato, lo que queda del kirchnerismo, ya limitado al cristinismo y La Cámpora, será residual, en mayor o menor grado.

Con seguridad podemos decir que el mayor enemigo del cristinismo es Sergio Massa. No parece Massa la figura que pretenda ser una reencarnación más del kirchnerismo, la cuarta etapa K.

Su ambición ya está probada y no tiene límites. Quiere ser él y nada más que él. De modo que el peronismo, uno nuevo y distinto del que conocemos, es un instrumento.

Pero, además, apareció una nueva amenaza. Se llama Javier Milei.

Tres datos lo colocan en esa línea de fuego:

Primero, que quedó probado en las Paso que es capaz de obtener votos en sectores que el peronismo creía propios.

Segundo, que estaría negociando con un histórico capo sindical, como Luis Barrionuevo, para tener una base gremial. Se ve que el concepto “casta” de Milei no llega hasta aquellos enquistados en el poder sindical.

Y tercero, una relación subterránea entre Milei y Massa. Se habla de listas de Milei en la que hay massistas. En la superficie, puede observarse el gesto de Massa al demorar el tratamiento del presupuesto al Congreso para después de las elecciones del 22 de octubre (De todos modos, se enviará este viernes 15, como determina la ley).

Ahora mismo, Massa está avanzando sobre el resto del peronismo. Los caciques sindicales –salvo Barrionuevo, claro– ya le hicieron un acto en la Plaza de Mayo después de anunciar la eliminación del impuesto a las ganancias para parte de los trabajadores.

También Milei está negociando con algunos gobernadores peronistas. Aunque aquí hay que desconfiar: viendo cómo venía el panorama electoral, los muchachos se recluyeron en sus territorios y despegar las elecciones locales con las nacionales.

Pero estamos hablando del peronismo, donde todo es flexible, todo se acomoda. Lo que fue ayer no necesariamente tiene que ser hoy ni, mucho menos, mañana.

Aunque al final del camino, hay que rescatarlo al propio Perón.

Durante su exilio en Madrid, un periodista español le pidió que explicara el panorama político argentino.

Perón respondió: “Mire, en Argentina hay un 30 por ciento de radicales, lo que ustedes entienden por liberales; un 30 por ciento de conservadores y otro tanto de socialistas”.

“Y entonces, ¿dónde están los peronistas?” –le repreguntó el periodista.

Perón le contestó: “¡Ah, no, peronistas somos todos!”.