Precios y salarios, de Diocleciano a Sergio Massa

El ministro de Economía, Sergio Massa, puso en marcha una serie de reuniones con sindicalistas, dirigentes sociales y empresarios. El objetivo: lograr un acuerdo de precios y salarios para los próximos 90 días. “Sendero de estabilidad” lo llama.

Hay una larga historia sobre ese tipo de controles, disfrazados de acuerdos.

Esta mañana, el economista Damián Di Pace le recordó a Miguel Clariá en Radioinforme 3, que en el año 301, el emperador romano Diocleciano dictó un Edicto sobre Precios Máximos o el Edicto de Diocleciano.

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Este Edictum De Pretiis Rerum Venalium, su nombre en latín, fijó precios máximos para más de 1.300 productos, además de establecer el costo de la mano de obra para producirlos.

Por entonces, el valor de la moneda física era inestable. De hecho, le iban quitando pequeños trozos de metal para que le alcanzara a Roma para pagar a sus ejércitos, por ejemplo.

O sea, ya se devaluaba.

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El Edicto fracasó en frenar la inflación porque que se seguían produciendo monedas de bajo valor metálico, es decir la devaluación seguía, mientras aumentaban los precios más allá del edicto.

Los comerciantes de la época dejaron de vender, fueron al mercado negro o utilizaron el trueque.

En la Argentina, tiempos modernos, ya tenemos antecedentes de acuerdos fallidos de este tipo.

La consultora Invecq hizo un repaso de cinco momentos relevantes desde 1950 hasta ahora.

Año 1952, rige el Segundo Plan Quinquenal de Juan Domingo Perón. Se creó una comisión nacional de precios y salarios y se estableció un sistema de negociaciones salariales bianuales, que empezó con una fuerte caída de los salarios reales. Es cierto que cayó el gasto público, pero se retrasaron las tarifas de servicios públicos y subieron los subsidios en bienes básicos.

Año 1955, ya con la Revolución Libertadora, la situación externa se volvió insostenible. La situación social, y la inflación se dispararon.

Año 1967, gobernaba otro dictador. Juan Carlos Onganía.

Alta inflación. Hubo un congelamiento voluntario de precios básicamente de productos industriales. El acuerdo era por 6 meses, mientras pero los salarios se congelaron por 18 meses. Tipo de cambio fijo y freno a la suba de las tarifas públicas.

Subió el doble el precio de la carne, debieron permitir subas salariales y hubo una gran devaluación.

Llegamos a 1974, con Perón en la Presidencia y José Ber Gelbard en el Ministerio de Economía. Con una inflación de cerca del 80 por ciento, se estableció el Acta de Compromiso Nacional, firmada por sindicalistas, empresarios y gobierno.

Las tensiones entre las partes derivaron en un fuerte aumento de la inflación en 1975.

Estamos en 1976, dictadura militar con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía. Al comienzo de ese año, la inflación era superior al 300 por ciento. Lo que vino fue devaluación, derogación de los precios máximos, suspensión de paritarias, ajuste de tarifas. Como no dio todo el resultado que esperaban, apareció la todavía recordada “tablita cambiaria” y la apertura de importaciones, que destruyeron gran parte de la industria nacional.

En 1985, gobierno de Raúl Alfonsín. Invecq recuerda que el país enfrentaba los problemas de siempre: inflación desmedida, restricción externa tras la caída del acuerdo con el FMI y demandas sociales de los distintos sectores, al tiempo que la economía se encontraba en recesión.

Llegó el plan Austral, con un acuerdo de congelamiento de salarios, precios, tarifas y tipo de cambio, con lo que la inflación se redujo notablemente.

Pero el frente externo seguía complicado y volvió la inflación, convertida en hiperinflación en 1989.

En todos los casos, está probado que los acuerdos no funcionan si no se mete mano en el Estado. Y los que gobiernan nunca parecen dispuestos.

Si no, no se entendería una administración con 21 ministerios, empresas descentralizadas que pierden plata en nombre de una falsa soberanía, y los planes “platita” para conseguir votos en cada elección.