Abrapalabra
28/07/2022 | 18:40 | Por Julio Perotti.
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
La noticia más anticipada se confirmó: Sergio Massa, uno de los socios del Frente de Todos, ahora pasa a ocupar el sillón más caliente del Gobierno, el Ministerio de Economía.
Más allá del perfil político, en términos de economía, ¿qué cualidades tiene Massa que no tenga Silvina Batakis para domar este potro desbocado?
Hay coincidencia en que los desencuentros de la política dentro del Frente de Todos tienen un impacto directo sobre las variables económicas.
El enojo de Cristina Fernández de Kirchner desde las perdidosas elecciones parlamentaria del año pasado se había enfocado en la incapacidad de Alberto Fernández, el presidente que ella puso, y de los ministros, a muchos de los que consideró “funcionarios que no funcionan”.
Tiempo después, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que anudó Martín Guzmán, como ministro de Economía, y al que se abrazó el Presidente convirtió aquel enojo en ira.
La decisión de los cristinista-camporistas de no votar el acuerdo con el FMI (renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque, incluida) fue un cachetazo del que la dupla Guzmán-Fernández no pudo recuperarse.
La ruptura ya no tenía retorno. Sólo una vez se cruzaron Alberto y Cristina en el acto del centenario de YPF. Allí, lejos de mostrar una imagen de unidad, terminaron echando más nafta al fuego.
En toda esta escalada de chicanas cruzadas, siempre anduvo Massa, como socio de la alianza, tratando de componer, aunque –está a la vista– no tuvo ningún éxito.
Después de la intempestiva salida de Guzmán, la llegada de Batakis no alcanzó a apagar el fuego, como antes no había servido que Daniel Scioli reemplazara a Matías Kulfas en el área de Desarrollo Productivo.
Si en 24 días la estrella de Batakis nunca llegó a encenderse, la de Scioli se apagó a poco a poco de sentarse en el ministerio.
Cuando todos esperaban algunas acciones de shock, lo de Batakis fueron unas pocas medidas y a cuentagotas, lo que instaló definitivamente la idea de una administración inerte.
Justo cuando estaba en una demorada escala de regreso desde Washington, Batakis se enteró de que, apenas aterrizada, tenía que ir a la Casa Rosada para enterarse de su nuevo destino.
Todos esperaron que Cristina jugara alguna carta fuerte a favor de Batakis. Eso nunca ocurrió, aunque Batakis haya ido al Fondo Monetario Internacional a contarles que tenía el apoyo de Alberto, de Cristina y de Massa.
La idea de Cristina es que cuanto más lejos se ponga del Gobierno, menos la va a salpicar la debacle. En verdad, ¿cómo salirse del barco escorado que ella amadrinó y cuyo capitán ella designó?
Hay otros actores en juego. Por ejemplo, los gobernadores peronistas, que el miércoles le exigieron a Alberto Fernández reparar el buque, porque ven el riesgo de hundirse todos juntos.
Ellos fueron, hasta ahora, los primeros que asomaron la cabeza para pedir por Massa.
Pero también lo hizo Martín Insaurralde, vinculado a Cristina, a punto tal que hoy es jefe de Gabinete de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires.
Claro que una cosa es el apoyo formal, que ayudaría a Massa en términos políticos, y otra la capacidad de resolver cuestiones económicas que muchos, entre ellos Cristina, no quieren ver.
La necesidad de un ajuste en las cuentas públicas no deja a nadie indemne. Ministros, gobernadores, intendentes, todos deberían aplicar tijeras, algo de lo que mejor ni hablar en vísperas de un año electoral.
A la espera de nuevas incorporaciones en el Gabinete, el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Béliz, hombre del entorno de Alberto Fernández, presentó este jueves su renuncia al cargo. Así lo confirmaron altas fuentes a Noticias Argentinas.
¿Efecto Massa? Los bonos de la deuda argentina trepan más de 7% en Wall Street.
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