Rosario, el rostro de una Argentina que no admite especulaciones

La disputa que escaló en torno de la violencia narco en Rosario tiene, qué duda cabe, condimentos políticos que no pueden disimular que estamos en un año de elecciones.

Primero, la actitud del Gobierno nacional, exteriorizada por dos de los Fernández, el presidente Alberto y el ministro Aníbal, que tratan de quitarse de encima las miradas sobre su grado de responsabilidad en la cuestión.

Admitir que los narcos han ganado la batalla y que hay que hacer algo más desnuda, de alguna manera, que el tema nunca estuvo puesto en el foco de la agenda de la administración albertista ya no kirchnerista ni cristinista.

Segundo, el rol de algunos referentes opositores, que en lugar de proponer públicamente alternativas reales de solución y, en cambio, sobreactuar todo, como aparecer en cámara con chalecos antibala.

Así cómo se debate cuánto puede afectar las expectativas electorales del albertismo o, incluso, del gobernador peronista Omar Perotti, también algunos pretenden observar que esto, por caso, puede beneficiar la estrategia de mano dura que proclama Patricia Bullrich.

Y la otra cuestión es el debate ideológico sobre si las Fuerzas Armadas deben o no participar en la lucha contra el narcotráfico.

Obviamente, para que esto ocurra, se requiere un cambio en la ley de defensa de la democracia, que impide la participación de militares en situaciones de conmoción interna.

Pero no se trata, como dijo el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, de que las Fuerzas Armadas quieran o no estar en ese lugar. Dicho así parece una cuestión de voluntarismo.

Sí en cambio, como admite Rossi, a quien el Presidente puso al frente de la crisis en Rosario, “tiene que hacerse política de defensa”.

Hoy se firmó un convenio por el que el Ministerio del Interior le entregó a Santa Fe un sistema de identificación segura junto al financiamiento a municipios para la adquisición de 600 cámaras de vigilancia con reconocimiento facial de última generación para Rosario y zonas aledañas.

Está bien, pero no podemos soslayar que iba siendo hora de un compromiso en serio de todos los sectores políticos, en lugar de discutir y tratar de sacar alguna ventaja política. Hay vidas en juego y eso cierra todo espacio a las especulaciones.