Un 2022 en la montaña rusa

Bajamos y subimos en los estados de ánimo colectivo. Como en una montaña rusa.

Tal vez muchos sientan que estuvimos más en la pendiente y que, apenas, la copa que trajo la Selección desde Qatar, nos permitió ir hacia arriba y, aunque sea por unos días, tocar el cielo con las manos.

La política, como madre de las decisiones económicas, ayudó poco y nada a que este fin de año podamos celebrar la salida del pozo en el que nos metió a todos la pandemia, pero también –y quizá mucho más– los desaciertos y ruidos internos del Gobierno.

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Sólo tendríamos que recordar que hubo tres ministros de Economía, inflación de tres dígitos, restricciones en el acceso a la moneda extranjera, un acuerdo con el FMI que cuestionó el oficialismo y apoyó la oposición, el campo bajo permanente ataque del Gobierno, las calles dominadas por movimientos piqueteros algunos incluso vinculados al kirchnerismo, y –por si fuera poco– un gobierno que se mete en las relaciones entre trabajadores y sus empleadores con el pago de un bono que para demasiados es imposible de pagar.

Y el dato más doloroso: cerca de 17 millones de argentinos son pobres y 8,5 millones son indigentes, de acuerdo con el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Para tomar verdadera dimensión, pongámoslo en porcentajes: la pobreza alcanza al 43,1% en el tercer trimestre de este año, mientras que la de indigencia llegó al 8,1%.

En los últimos 10 años la pobreza creció 15 puntos porcentuales.

Y si nos paramos para ver a 2022 desde la política, tendremos una condena a prisión y un intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación, cuya centralidad en el escenario es indiscutible, aunque diga que no va a ser candidata.

Una alianza gobernante, el Frente de Todos, completamente disgregado, con Cristina Fernández más opositora que la oposición y buscando zafar de los desaciertos de la gestión de Alberto Fernández.

Y una oposición que, como las encuestas la hace sentir cerca de volver, parece tener divisiones provocadas por sus egos, antes que la diferencia de proyectos.

Y como tercer actor, un emergente de la política que circula por el andarivel derecho, con un discurso de ataque a la política tradicional, como es Javier Milei y que apuesta a convertirse en el tercero en discordia cuando haya elecciones, hacia fines del 2023.

Esto es apenas una pincelada, un trazo muy rápido de lo que vivimos en esta montaña rusa.

¿Qué podríamos esperar para el 2023?

Dejemos esto dentro de la conciencia íntima de cada uno, en la que seguramente haremos fuerza para que, contra viento y marea, sea mejor.