Abrapalabra
16/08/2024 | 18:57
Redacción Cadena 3
Julio Perotti
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Viva la libertad (de expresión), carajo
La retórica del presidente Javier Milei sobre el periodismo y su crítica a los profesionales de la comunicación refleja una tendencia preocupante hacia la deslegitimación de la prensa.
Le guste o no a Milei, el periodismo es un pilar esencial de la democracia, porque es un vigilante del poder y un canal de información para la ciudadanía.
Los periodistas tenemos la responsabilidad de investigar, verificar y presentar hechos de manera objetiva, lo que es vital para mantener informada a la sociedad.
Este rol se vuelve aún más crucial en contextos donde la desinformación y la manipulación de la información son comunes, como ocurre en la era digital con las redes sociales que tanto ama el Presidente.
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Milei argumenta que los periodistas lloran por la pérdida de control sobre la narrativa mediática debido a esas redes sociales, pero esta afirmación simplifica y distorsiona la realidad.
Dos cuestiones;
Primero, las redes sociales.
Las redes sociales tampoco son garantía de que el debate público tenga calidad. Más bien todo lo contrario. Si no, veamos el papal que juegan los trolls, aquellas cuentas fantasmas que se utilizan para atacar bajo el anonimato.
Segundo, hay periodistas y periodistas.
No todos los periodistas comparten un mismo enfoque ni tienen las mismas intenciones.
Muchos trabajan arduamente para ofrecer información precisa y relevante, y muy a menudo se enfrentan a riesgos personales y profesionales en su búsqueda de la verdad. Si no, preguntémosle a los colegas de Rosario, por ejemplo.
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La generalización de que todos los periodistas son "mentirosos" o "calumniadores" ignora, muy a propósito, que hay una diversidad de voces y enfoques dentro del periodismo.
La libertad de expresión es un derecho fundamental que debería ser defendido para todos, no solo para aquellos que están en el poder o que tienen una plataforma privilegiada.
Lo contrario es querer un mundo silenciado donde quienes están allá arriba puedan hacer lo que deseen sin tener que rendir cuentas ni enfrentar preguntas incómodas.
La crítica al periodismo no puede nunca ser un pretexto para silenciar voces disidentes o para promover un discurso único.
La pluralidad de opiniones es esencial para una sociedad saludable, y el periodismo juega un papel clave en asegurar que esas voces sean escuchadas.
Con toda la responsabilidad sobre sus espaldas, el periodismo no es un adversario de los políticos, sino un aliado en la búsqueda de la verdad y la transparencia.
Las críticas de Milei, basadas en generalizaciones y descalificaciones, no solo son injustas, sino que también socavan la confianza del público en un sector que es vital para la democracia.
Sin entrar en las intenciones políticas de MIlei, que parecen claras (buscar un adversario permanente), es esencial fomentar un diálogo constructivo que reconozca la importancia del periodismo en la sociedad, en lugar de deslegitimarlo a través de ataques generalizados.
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