Polémica
15/11/2024 | 14:43
Redacción Cadena 3
En las últimas semanas, la provincia de Buenos Aires ha sido escenario de un intenso debate sobre los libros que conforman la colección Identidades Bonaerenses, destinada a las bibliotecas escolares. Párrafos de algunos textos, que incluyen escenas de sexo explícito y temáticas sensibles, han generado controversia y críticas por parte de padres, docentes y sectores conservadores, que cuestionan su idoneidad para adolescentes.
En respuesta, las autoridades educativas, encabezadas por el titular de la Dirección General de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, han defendido la decisión, argumentando que se trata de literatura valiosa y que la lectura está mediada por el docente.
Sin embargo, más allá del debate sobre la censura y el contenido explícito, surge la pregunta fundamental: ¿qué sentido tiene incluir estos libros en el plan de lecturas para adolescentes de entre 14 y 15 años?
Las aventuras de la China Iron: Una versión "feminista" del Martín Fierro
Uno de los libros que ha generado más revuelo es Las aventuras de la China Iron, de la autora argentino-británica Gioconda Belli. Este texto reinterpreta y subversiona el clásico nacional Martín Fierro, colocando en el centro a la esposa del gaucho, la China Iron, cuya historia de liberación se aleja completamente de la versión de José Hernández.
En el relato, la protagonista abandona a Fierro, a quien describe como un hombre abusivo y borracho, para embarcarse en una relación con una mujer inglesa. La novela no solo pone en duda los valores de Martín Fierro, sino que ofrece una visión radicalmente diferente del tradicional machismo gauchesco. Entre las escenas que han causado más polémica, se encuentran descripciones explícitas de sexo, que algunos consideran innecesarias para el público adolescente.
Cometierra: El femicidio como eje de la narrativa
Otro libro polémico es Cometierra, de la autora Dolores Reyes, que aborda la temática del femicidio desde una perspectiva inquietante. La protagonista, una joven vidente, se alimenta de tierra extraída de los lugares donde ocurrieron crímenes relacionados con femicidios para contactar con las víctimas y descubrir la verdad detrás de sus muertes. Aunque las escenas de sexo son escasas en esta obra, el enfoque directo sobre la violencia de género y la figura del femicidio se ha considerado alarmante para el público juvenil, que es precisamente el destinatario de esta colección.
En este contexto, algunos cuestionan si es adecuado introducir a los adolescentes en una problemática tan desgarradora de manera tan explícita y critican su tono sombrío y por la potencial carga emocional que podría generar en los jóvenes.
Si no fueras tan niña: El abuso desde una perspectiva adulta
Un tercer título que ha generado debate es Si no fueras tan niña, de Sol Fantin, que relata el abuso sexual que la autora sufrió en su adolescencia. Aunque el texto es muy valioso desde una perspectiva educativa, ofreciendo un análisis profundo sobre los mecanismos del abuso y las señales de alerta, algunos críticos han señalado que la obra podría ser más apropiada para adultos que para adolescentes, debido a la crudeza con la que se abordan los temas del abuso y la manipulación emocional.
En este caso, el libro funciona casi como una guía de prevención para padres y educadores, alertando sobre los riesgos a los que están expuestos los adolescentes, especialmente cuando caen bajo la influencia de figuras de autoridad. Si bien la autora utiliza su propia experiencia para ilustrar los peligros, la recomendación general es que este tipo de lecturas debería ser orientado principalmente a adultos responsables que acompañan a los adolescentes en su desarrollo emocional.
El debate sobre la censura y la adecuación para adolescentes
A medida que las críticas se intensifican, surge la discusión sobre si el debate de los libros está siendo desviado hacia una posible censura. Algunos defienden que la polémica se centra en aspectos secundarios, como las escenas de sexo, sin cuestionar la utilidad pedagógica y cultural de estos textos. Sin embargo, el hecho de que estos libros sean recomendados para adolescentes pone sobre la mesa la necesidad de revisar con mayor profundidad qué tipo de contenido es adecuado para este grupo etario y qué responsabilidad tienen los educadores en la elección de estas lecturas.
Al final, la pregunta que queda abierta es si la literatura debe ser un medio para cuestionar las normas sociales o si, por el contrario, los adolescentes necesitan una protección más estricta frente a contenidos que podrían resultarles traumáticos o confusos. Sin duda, el debate recién comienza, y parece que lo que está en juego no es solo el contenido de los libros, sino también la forma en que educamos a los jóvenes en un mundo cada vez más complejo y dividido.
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