Una historia especial
23/05/2021 | 08:04 | Franco Etcheverry tiene 28 años y es de Berrotarán. En marzo, empezó a viajar pero decidió volver para despedir a su abuela, Leonor. En unos días retomará el sueño en su honor.
En marzo de 2021, Franco Etcheverry puso primera: después de haber vendido algunas cosas, rescindido el contrato del departamento que alquilaba en Río Cuarto y renunciado a su trabajo, emprendió el viaje que había soñado.
De la mano de un Renault 9 del año '89, se despidió de su Berrotarán natal y emprendió un viaje que tenía como objetivo recorrer todo el país. Antes, pasó por la casa de su abuela Leonor, de 81 años.
"Me entregó una última manta y me dijo que, si tuviera 15 años menos, se vendría conmigo", contó Franco. Dos días antes de su salida, había estado en esa misma casa festejando los 81 años de ella junto a sus 12 primos.
El viaje continuó desde la casa de su abuela hacia Alta Gracia, Villa Los Aromos, Capilla del Monte, San Marcos Sierras, Champaquí y continuó por la provincia de San Luis. Sin embargo, hace unos días recibió la triste noticia que Leonor estaba grave, producto de un cuadro de neumonía.
Una pausa en el camino
Siguiendo su corazón, Franco decidió volver a Berrotarán para despedir a su abuela y estar cerca de su familia.
El próximo destino, que empezará dentro de unos días, será Mendoza y será con un objetivo más claro que el que lo llevó a renunciar a su trabajo y vender todo: homenajear a su abuela.
"Los asuntos familiares pesan y mucho. Cuando pasan estas cosas, los viajeros también volvemos a nuestro lugar para acompañar. Uno está de viaje, pero la mente guarda un espacio importante para la familia", expresó.
Tomar la decisión de ser viajero
La decisión de dejar todo no fue de un día para el otro. Franco, al igual que muchos jóvenes, se planteaba si la vida solo se trataba de trabajar y acumular cosas.
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Él tenía un buen trabajo en una distribuidora de alimentos y bebidas, otro en una empresa de venta de cables de internet y un emprendimiento de pastas congeladas con unos amigos. Además, alquilaba un departamento en Río Cuarto.
Fue una amiga la que terminó de empujarlo. Ella lo llamó un día y le dijo que había soñado con él. En el sueño, Franco le anunciaba que se iba de viaje. "¿Por qué no te vas?", fue la pregunta de su amiga.
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"Ahí pensé que tenía que dejar muchas cosas: mi familia, mis amigos, mis cosas y mi trabajo. Ella me dijo que sólo eran dos porque a los dos primeros siempre los iba a tener conmigo", detalló.
Ahí empezó a concretar el sueño: renunció a su trabajo, vendió todos sus muebles y, con esa plata, compró lo necesario: una carpa, una bolsa de dormir y el preciado Renault 9.
Un auto con historia
A Franco le gustan muchos los autos y se autodefine como "un gran consumidor" de historias, notas y contenido de este tema. Antes de vender todo, con una platita que tenía ahorrada, empezó a buscar auto.
Encontró el aviso de este Renault 9, año '89, primera mano y decidió ir a verlo. Cuando llegó, se encontró con una pareja de abuelos de 85 años y un auto que estaba perfectamente cuidado.
En dos días, arreglaron todo: Franco les pagó exactamente lo que los abuelos pedían porque le pareció un precio justo. Los abuelos nunca tuvieron hijos ni nietos, por lo que hasta los asientos también estaban como nuevos.
Hoy, algunos meses después, el auto sigue funcionando a la perfección y ya lo llevó por varios lugares de Argentina.
Una colección de experiencias
Franco salió de su casa con una carpa, una bolsa de dormir y unos 8 mil pesos que logró ahorrar. En el camino, fue consiguiendo amigos o conocidos que lo dejaron pasar al patio de sus casas a armar su carpa.
Sin embargo, también le tocó hacerse amigo de desconocidos para conseguir un lugar o simplemente consultar a dónde podía estacionar el auto para pasar la noche.
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En Alta Gracia -su primera parada- conoció a otro viajero que lo dejó quedarse en el patio de su casa. Era un apicultor que también producía aceite de oliva y que le contó algunas de sus experiencias por Perú.
Para comer, vendió algunas pulseras y agendas artesanales que le donó un amigo para solventar algunos gastos. Cuando llegó a San Luis, le tocó dormir arriba del auto hasta que encontró un hostel en el que le dieron alojamiento y comida a cambio de algunas horas de trabajo.
En San Luis aprovechó que tenía una cocina para hacer panes caseros y tortas fritas; y venderlas a los vecinos de la zona. Junto algunos pesos y logró vencer el miedo de no poder continuar viaje por falta de dinero.
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El sueño a cumplir
Si bien ahora está en una pausa, en unos días Franco volverá a las rutas. Sin embargo, tiene un objetivo a cumplir dentro de este sueño: conocer el Sur argentino, principalmente, El Chaltén.
Franco cree que toda la Argentina es el país "más rico de todos". Cuando vuelva a salir a la ruta, no sólo tendrá la alegría de andar un sueño, sino también la emoción de hacerlo junto a y por su abuela, Leonor.
Texto: Carola Cinto
Fotos: Franco Etcheverry