Banco de Alimentos
31/01/2020 | 19:14 | La palabra comensalidad hace referencia al hecho de comer juntos y compartir el alimento. Está demostrado que trae múltiples beneficios, especialmente para los niños.
El acto de comer no se define simplemente en la ingesta de alimentos, sino que se trata de una práctica cultural clave para que los miembros de la familia incorporen hábitos, costumbres, valores y afectos. Por eso, utilizamos el término comensalidad para referirnos a estos momentos en los que se comparten los alimentos y mucho más.
Comer en conjunto es una tarea que se realiza desde tiempos prehistóricos, para la supervivencia de la comunidad. Así, se han sostenido vínculos y relaciones que indican la pertenencia a un grupo determinado. Hoy, por la vida que llevamos, resulta cada vez más difícil reunirse en torno a la mesa.
¿Por qué es importante compartir la comida?
Porque es en este espacio donde los niños incorporan y aprenden los hábitos alimentarios que durarán toda la vida. Está demostrado que quienes comen en familia tienen menos posibilidades de desarrollar trastornos alimentarios y de ser obesos. Además, son más propensos a comer sano.
Durante la comida, se establecen relaciones y se fortalecen vínculos afectivos. Así, se transmiten modelos alimentarios, que los chicos son capaces de internalizar después de los tres y cuatro años de vida.
La presencia y el ejemplo brindado por los mayores, así como la disponibilidad de ciertos alimentos en la casa, serán claves para determinar la relación de los chicos con una buena nutrición el resto de sus vidas.
Y por casa, ¿cómo andamos?
En Argentina desayunamos mate, café o té a medida que cada uno se levanta. Se almuerza liviano, generalmente en la escuela o el trabajo, y se merienda alguna infusión a medida que se regresa al hogar. La familia sólo se reúne para la cena, según una investigación llevada a cabo por la Universidad Católica en 2018. Por otro lado, es cada vez más común el “picoteo”, que muchas veces reemplaza a la comida y se opone a la comensalidad, porque se realiza en soledad.
En cuanto a las actividades que acompañan a la comida, la gran mayoría de los niños en el país afirman que conversan y miran televisión. Este dispositivo es un miembro más de la familia, presente en el 80% de los casos encuestados.
En resumen, comensalidad y buena salud van de la mano. Porque no sólo se refiere a hábitos alimentarios, sino a sostener relaciones y vínculos que contribuyen al desarrollo integral de los niños.
Desde la Fundación Banco de Alimentos, apostamos a que se vuelva a comer juntos, por eso llevamos adelante el programa Familias a la Mesa. Consiste en el acompañamiento y asistencia alimentaria a familias vulnerables, que se encuentran en riesgo social y que tienen niños de temprana edad. Trabajamos con 51 familias en 3 barrios, brindando talleres de capacitación en salud, cocina, nutrición e higiene, además de la entrega de módulos de alimentos.
Podés conocer más sobre el programa acá.