Nikola Jokic, el antihéroe serbio que conquistó la NBA

Cuando las luces se encendieron y el papel picado voló en todas las direcciones como si de un circo se tratara, Nikola Jokic siguió inmutable. Tan inmutable como cuando caminaba por las calles de Sombor, su ciudad natal. 

Poco le importaron las casi diez cámaras y el puñado de periodistas que se abalanzaron para captar algún gesto que justificase semejante puesta en escena. Pero no. El gigante serbio caminó tranquilo y se dedicó a buscar a cada rival para saludarlo. Incrédulos, los comentaristas de la transmisión oficial de Estados Unidos observaban en silencio. En ese momento el tiempo se detuvo, esperando alguna reacción, alguna señal del mejor jugador del planeta. Imposible. Nikola Jokic solo era abrazo y cara de póker. Como si todo fuera un simple campeonato. Lo normal.

Para colmo, cuando la periodista acreditada por la NBA esperaba una respuesta emotiva tras conseguir el anhelado campeonato, Jokic la miró atónito y lanzó: “El trabajo ya está hecho, ahora podemos irnos a casa”. Así de simple. Una risa incómoda de la entrevistadora cerró una nota para la historia. Poco importó el trofeo de MVP y la ceremonia de premiación. Nunca antes se había visto algo similar. Ni en la cancha, ni fuera de ella.

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“Nosotros somos un gran equipo, jugamos para el compañero que está al lado”, afirmó con acento balcánico tras levantar el trofeo. Ni un solo segundo para hablar de él, algo inédito en la NBA. Claro, su filosofía es una especie de contracultura en una liga donde el egoísmo es moneda corriente.

En esta película, “El Joker” (como lo apodaron apenas llegó) logró ganarle a Batman y eso impacta, incomoda, rompe el orden establecido. Y no solo ganó, sino que lo hizo en una franquicia menor como los Nuggets y en una ciudad de Denver que jamás había alcanzado la gloria.

Tan grande es su conquista, que lo hizo sin necesitar de otras estrellas, sino de un ladero canadiense como Jamal Murray. Un jugador menospreciado por la competencia, que llegó a estos playoffs tras perderse 554 días por una dolorosa lesión en la rodilla.

Este campeonato es el básquet internacional en todo su esplendor y ganando en un territorio donde décadas atrás los extranjeros eran mal vistos. Ahora lideran los equipos más ganadores.

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Jokic se convirtió en el cuarto jugador nacido fuera de Estados Unidos en ser MVP de las finales, uno de los premios más selectos de la NBA. 

Nadie esperaba que el “gordito” serbio que llegó en 2014, en uno de los últimos puestos del Draft, hoy sea la figura que es. Ni tampoco él, que cuando lo llamó uno de sus hermanos para avisarle que los Denver Nuggets lo habían elegido en el Draft, dormía plácidamente en la habitación de un hotel.

Esta es la historia de un antihéroe que revolucionó la NBA y ahora solo piensa en andar a caballo. Como cuando era un niño y su sueño era ser campeón en sulky y no el mejor jugador de básquet del planeta.

Su otra pasión. Jokic siendo adolescente andando en sulky.