La vida en un ring
17/08/2024 | 07:56
Redacción Cadena 3
Martín Bonansea
Nino Benvenuti era el campeón de todos. No solo era invencible: era un galán de cine, un modelo de los mejores diseñadores, de carácter encantador, popular fuera y dentro del ring. Llegó relajado al pesaje, su rival era un desconocido, un argentino que venía de la mano del promotor del Luna Park, "Tito" Lectoure.
El italiano dio con el pesaje de manera impecable, pero el argentino estaba en el límite, se sacó toda la ropa para eliminar cada gramo. Benvenuti se acercó y como una broma, de las que siempre hacía el campeón de todos, con una sonrisa, le dio una palmada en el glúteo al campeón argentino y sudamericano de los medianos y le dijo al oído, “Ciao, bambino”.
En ese momento, Carlos Monzón giró la cabeza y los ojos negros del púgil argentino no solo acobardaron al campeón: atravesaron la sala. “Mañana te voy a matar, tano hijo de puta”, le dijo con los dientes apretados. Todos supieron en ese momento, en el pesaje, que el europeo iba a perder su corona. Y así fue como el 7 de noviembre de 1970, en el Palazzetto dello Sport de Roma, Carlos “Escopeta” Monzón trajo el título del mundo a la Argentina y nunca lo perdió hasta su retiro.
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Lo superó en todo el combate, era una bestia desatada que dejó en el cuerpo del italiano todas sus frustraciones y sus días de hambre. Monzón sobre el ring era una máquina de golpear y el italiano, que era invencible para el mundo, cayó en el 12 round después de un tremendo golpe que lo derrumbó en su rincón. Nadie pudo negar que un nuevo rey llegaba a la categoría. En ese momento el argentino tenía 28 años, 67 peleas ganadas, 3 derrotas y 44 triunfos por nocaut.
Nino Benvenuti
Carlos Monzón nació en Santa Fe el 7 de agosto de 1942, en la localidad de San Javier. Su origen fue muy humilde: de niño pasó por muchas de las circunstancias de la pobreza extrema, el hambre y la violencia. Fue tal la desnutrición, que de grande tenía problemas en los huesos de sus manos y siempre debía pelear infiltrado para soportar el dolor.
Fue el quinto hijo de Amalia Ledesma y Roque Monzón, que tenían ascendencia del pueblo originario de los mocovíes. En los años 50, su familia se mudó a la ciudad de Santa Fe en el barrio de Barranquitas. Desde muy pequeño, cuando iba a tercer grado, abandonó la escuela y empezó a trabajar de lo que podía para poder comer. Así fue que lustró botas en la calle, y sobre todo le gustaba hacerlo en las previas de los partidos de fútbol de Colón y Unión. Fue en Unión donde conoció el boxeo, a pesar de que era hincha de Colón.
Carlos Monzón se adueñó del título mundial de los medianos y realizó 14 defensas en batallas inolvidables contra los mejores boxeadores de la época. Su imagen tomó una popularidad desmedida en la Argentina de los 70.
Tuvo una carrera de 100 combates donde solamente perdió tres por decisión de los jueces y esos mismos rivales después perderían con Monzón en la revancha.
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En febrero de 1974 peleó con José Mantequilla Nápoles en Mónaco, en un combate patrocinado por el actor francés Alain Delon, quien después fuera su amigo. Fue una pelea en la que el mexicano lo desafió por el título de los medianos y será recordada como una guerra en el cuadrilátero.
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Las adicciones, las mujeres y los amigos del campeón ayudaban a que su vida nocturna fuera cada vez más frecuente. Más de una vez, su entrenador Amilcar Brusa lo sacaba de bares en estados lamentables para cualquier persona y críticos para un deportista de elite.
Monzón era el deportista del momento y protagonizó varias películas que fueron éxito de taquilla, como “Soñar, soñar” de Leonardo Favio, “Las locuras del profesor” de Palito Ortega y “Los hijos de López” de Enrique Dawi. Tuvo romances fugaces con vedettes como la inglesa Lynn Allison, Olga Mattano y Thelma Stefani.
La película más recordada que realizó el púgil fue en 1974, “La Mary”, con la actuación de Susana Giménez y la dirección de Daniel Tinayre. En el inconsciente colectivo quedó la historia de amor que el cine llevó a la realidad. El mito de la escena de pasión que continuó después del corte y lo que generaban ambas figuras fuera del set de grabación hicieron que la pareja fuera icónica.
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La pasión invadió a la pareja: el boxeador se separó de Mercedes “Pelusa” García, la madre de tres de sus hijos y Susana hizo lo mismo con Héctor Cavallero, quien era su pareja en ese momento y el productor ejecutivo de la película. La relación duró cuatro años.
La farándula se acercó a Monzón y al campeón no le molestaba, le gustaba estar cerca de las estrellas y sobre todo de las vedettes del momento. Su amistad con Alain Delon lo hizo reconocido en Francia y el actor francés se convirtió en su relacionista europeo, además de acompañarlo en las noches parisinas.
Carlos Monzón se retiró invicto como campeón mundial frente al colombiano Rodrigo Valdez en el año 1977. Ningún púgil del planeta pudo quitarle la corona, pero ese retiro glorioso fue el comienzo del infierno para el mejor boxeador argentino de todos los tiempos.
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Lo que pasó después fue la historia conocida como el primer caso considerado como femicidio en Argentina. Monzón tenía una relación conflictiva con la modelo y bailarina Alicia Muñiz, y después de una serie de hechos violentos denunciados por la familia de ella, una trágica noche de febrero de 1988, en un chalet de Mar del Plata, la Justicia lo condenó por matarla y arrojarla por el balcón.
Carlos Monzón fue sentenciado a 11 años de prisión y estuvo preso 5 años en la cárcel de Batán hasta que fue trasladado al presidio de Las Flores en Santa Fe, donde comenzó a tener salidas transitorias para trabajar como entrenador de boxeadores en el club Unión de Empleados Civiles de la provincia.
El 8 de enero de 1995, cuando volvía a la cárcel después de trabajar en el club, chocó con su auto en la ruta Provincial N° 1 de Santa Rosa de Calchines. Ese fue el final del máximo exponente del boxeo argentino, que arriba del ring no tuvo rival, pero abajo no supo enfrentar la realidad y perdió todo: la gloria, la libertad y su vida.
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