A 40 años de la Guerra
25/03/2022 | 07:35 | Por Sergio Suppo.
Sergio Suppo
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La distancia con las Malvinas, más larga que nunca
Puerto Argentino/Stanley.- Tan cerca y tan lejos, como si hiciera falta, una metáfora se encarga de señalar la enorme distancia que separa a las islas Malvinas a los argentinos de su sueño de recuperarlas. A pocos días de cumplirse cuarenta años de la guerra, el aislamiento que impuso la pandemia, a principios de 2020, induce a una comparación con el alejamiento y la lejanía levemente atenuados, pero igualmente sostenidos entre la realidad del archipiélago y los deseos de la Argentina.
Llegar a las islas desde la Argentina implica una decisión complicada y costosa, varios meses de trámites y un largo viaje de varios días por tres continentes. No solo eso. También afrontar una cuarentena de cinco días al llegar a las islas que suma desaliento a quienes no tienen que ir o regresar a ellas por razones muy específicas. Para los argentinos que llegamos por fin, por si hiciese falta, es la comprobación de que estamos en un lugar que sentimos propio, pero al que hay que ingresar como un extranjero. También afrontar una cuarentena de cinco días.
Como en Cadena 3 creemos que a las historias hay que contarlas desde el lugar en el que ocurren, hace cuatro meses iniciamos este largo periplo para estar aquí en el día y en el lugar en el que comenzó a marcarse una huella indeleble.
Si es verdad que la guerra marcó de fuego a todos los argentinos en 1982, también es verdad que la mayoría de los argentinos no habían nacido cuando el dictador Leopoldo Galtieri, impulsado por la idea de eternizarse en el poder, eligió una ocupación armada en lugar de mantener la paciente diplomacia llevada adelante por los gobiernos nacionales de todo signo.
La decisión de la dictadura de apelar a una causa nacional instalada en el corazón del país durante más de un siglo y medio está y seguirá siendo pagada por varias generaciones de argentinos. Marcó, también, el restablecimiento de la democracia, el principio del fin del poder militar en la Argentina y el cierre en 1983 de la secuencia de golpes de Estado durante medio siglo.
Por eso estamos aquí en las islas. Se trata de contar, desde el mismo lugar, qué pasa en ellas a cuarenta años de la guerra. También para, recorrer algunos de los lugares más emblemáticos en los que se desarrolló el conflicto y para visitar las tumbas de quienes dejaron su vida aquí. Si el sentimiento argentino hacia las Malvinas no ha perdido vigor, sino por el contrario ha crecido, se debe precisamente a los combatientes que murieron y a los que regresaron y comparten sus vivencias con nosotros.
De la misma manera, nos trae la intención de hablar con los isleños, sus habitantes, conocerlos de cerca, saber cómo viven, qué piensan, cómo imaginan su futuro y el de sus hijos. También aquí son mayoría quienes nacieron después de la guerra y la conocen por el relato de sus mayores.
Venimos además a corroborar si es verdad que el paso del tiempo ha acentuado el rechazo hacia los argentinos en las islas, en especial, durante los últimos 15 o 20 años, luego de un tiempo en el que, durante la presidencia de Carlos Menem, en la década del 90, hubo algunos acercamientos que incluyeron la restauración de vuelos regulares desde Punta Arenas, en Chile, con una escala mensual en Río Gallegos. Y durante menos tiempo, un vuelo que partía desde San Pablo y pasaba por Córdoba cada cuatro semanas.
La intransigencia como herramienta diplomática aplicada durante el kirchnerismo y un lenguaje que a los isleños le resulta hostil, parece haber borrado aquella política de acercamiento que fue posible a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y Gran Bretaña.
Trataremos de ver qué intensidad tiene esa mayor distancia, para mayor desgracia agigantada por el aislamiento que impuso la propia pandemia. Hoy, no hay vuelos comerciales a las islas desde Chile y se han eliminado los contactos aéreos entre el continente americano y las islas, distantes a cuarenta minutos de vuelo desde cualquier aeropuerto de la costa patagónica.
Los desacuerdos sobre la autorización de vuelos humanitarios marcaron recientemente otro foco de tensión. Recientemente, los isleños gestionaron contactos con Chile para los nacionales de ese país que no han podido regresar en dos años por la pandemia, y el gobierno nacional anunció que les negaría el paso por el espacio aéreo argentino. A cambio, planteó vuelos desde la Argentina continental, con aviones de Aerolíneas Argentinas, algo indigerible para los habitantes de las islas.
Resultado, la única manera de llegar a las Malvinas todavía hoy, pese a que el covid parece haber cedido, es abordar un vuelo semanal que sale desde una base militar en Oxford, Inglaterra, con escala en Dakar, Senegal.
El último vuelo, que llegó el jueves a las islas, se hizo todavía más largo. Los fuertes vientos en Malvinas obligaron al avión de la empresa Air Tanker (una contratista de la Fuerza Aérea británica) a realizar una detención de un día en la ciudad africana. Así, el vuelo que partió a las 22.30 (hora argentina) del martes llegó a la base de Mont Pleasant el jueves a la tarde. Ese mismo vuelo ya había sido postergado en dos oportunidades por mal tiempo, lo que alargó aun más nuestra espera y la de los casi 100 pasajeros con los que compartimos el viaje.
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