A 40 años de la Guerra
25/03/2022 | 11:10 | Por Alejandra Conti, enviada especial.
Redacción Cadena 3
Puerto Argentino/Stanley.- Hasta hace dos años, para viajar a las islas Malvinas desde Córdoba se podía tomar un vuelo que llegaba mensualmente desde San Pablo, Brasil, con escala en Río Gallegos.
Hoy se debe hacer un itinerario insólito: Viajar a Buenos Aires, desde allí a Londres con alguna escala en otra capital europea; y luego desde Londres a Oxford en tren, para luego ir en taxi hasta la base militar de Brize Norton para tomar un avión de pasajeros contratado a Air Tanker por la Fuerza Aérea británica. Este hace escala en Dakar, Senegal, y desde esa ciudad africana, finalmente, vuela 10 horas hasta la base militar en las islas, en Mont Pleasant.
El tortuoso trayecto puede alargarse, como en el caso del vuelo que en el viajaron los enviados de Cadena 3, si desde Brize Norton consideran que el tiempo en Malvinas no es bueno, o si por el mismo motivo el avión es obligado a pernoctar un día en Dakar.
Son unos 24.500 kilómetros de ida, y otros tantos de regreso, es decir, unos 49.000 en total. La circunferencia de la tierra es de 40.074 kilómetros.
A esto hay que sumar cinco días de cuarentena obligatoria para todos quienes llegan a las islas, sean habitantes permanentes o visitantes.
No solo es la distancia. Ningún pasaje es gratis para nadie, lo que acentúa el aislamiento de la población de Malvinas que en su casi totalidad tiene familiares o relaciones en Gran Bretaña y en varios países americanos, en especial Chile.
La pandemia y el cierre de fronteras por el gobierno isleño tiene que ver con esto, pero también el boicot argentino a aviones que quieran cruzar su espacio aéreo hacia las islas.
Este complicado itinerario no es el único cambio que se ha producido en la relación entre la Argentina continental y las Malvinas, ni los que se ven a simple vista cuando se llega a Puerto Argentino/Stanley.
Además del evidente progreso material que se advierte respecto de visitas anteriores (más construcción, viviendas confortables, más calles y caminos pavimentados, más molinos de viento para generar electricidad), los isleños se muestran más renuentes que en otros tiempos a dialogar con los periodistas.
En 1999, cuando por primera vez después de la guerra pudieron viajar argentinos desde el continente a las islas, éramos recibidos con una mezcla de cordialidad y curiosidad, aunque también con el escepticismo de muchos isleños. Era relativamente sencillo establecer un diálogo y obtener testimonios y declaraciones. Aun personas con posturas claramente anti argentinas aceptaban algún tipo de conversación.
El cambio se empezó a notar en 2007 (para los 25 años de la guerra) y se profundizó en las coberturas de 2012 (por los 30 años). La política de los gobiernos kirchneristas respecto de Malvinas, particularmente la negación a cualquier tipo de reconocimiento a la población local radicalizó y amplió el sector anti argentino.
Hoy el rechazo es más generalizado, amable pero firme.
Un hombre nos dijo, sin aceptar que los grabáramos, que los isleños están muy enojados no solo con el gobierno argentino sino con “la prensa, que dice muchas mentiras”.
Entre tantos “no comments” solo una persona, una mujer de unos 70 años, aceptó hacer una breve declaración: “Nunca les perdonaré a los argentinos lo que nos hicieron”.
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