Ayrton Senna
01/05/2020 | 00:01 | El 1° de mayo de 1994 en el GP de San Marino, en el Autódromo "Dino y Enzo Ferrari", de Imola dejaba de existir la figura que se considera el piloto más grande de la historia junto a J.M. Fangio.
Cada 1° de mayo volverá ante nosotros la imagen del que fuera el ídolo de todos: Ayrton Senna.
En particular, la de aquel fin de semana trágico que no lo mostró en ningún momento cómodo, en el que tanto el médico de la F1 y amigo personal del brasileño -Sid Watkins- como el piloto de Ferrari, Nicola Larini, aseguran haberlo visto llorar, quebrado emocionalmente por el accidente mortal del austríaco Roland Ratzemberger -Team Simtek-.
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Fue hace poco, el 21 de marzo, 60° aniversario del nacimiento de Ayrton Senna Da Silva, cuando cerramos el repaso de su carrera con esta referencia sobre aquel fatídico año de su partida:
"Para 1994 -el que ganó seis GP de Mónaco- decidió marcharse a Williams-Renault, de donde Alain Prost se había retirado cuatro veces campeón del mundo. Pero el FW16 que Frank Williams y Patrick Head le daban había perdido toda "la magia" con la prohibición de las suspensiones activas y del control de tracción. El habitáculo mismo de este coche le generaba a Ayrton muchas incomodidades. Solo lo usó tres grandes premios. En los tres, marcó la pole position. En los tres, abandonó. En el último, para siempre."
Si bien Imola era una de las pistas que dominaba como la palma de su mano -8 pole positions en 10 años-, sería el lugar donde el único as de las carreras de autos comparable con Juan Manuel Fangio, cerrará su capítulo glorioso, con solo 34 años.
Desde el accidente sufrido en el Autódromo "Enzo y Dino Ferrari" por su amigo Gerhard Berger en 1989, en la curva "Tamburello", Ayrton tenía identificado ese sector como de alto peligro.
Berger cuenta: "le dije que pensaba que esa curva era peligrosa y alguien podía matarse allí. Al mes siguiente, fuimos a una prueba en Imola y Ayrton y yo fuimos hasta allí caminando porque pensábamos que había que modificarla. Buscamos la manera, vimos el muro, vimos detrás y había un río. "No podemos mover el muro", me dijo él y regresamos. Ese fue el lugar exacto donde murió".
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El GP de San Marino, la tercera fecha del mundial de F1, ya tenía un desarrollo trágico cuando todo se preparaba para la largada. El viernes, Rubens Barrichello salió despegado literalmente del piso a más de 200 km/h en la "Rivazza" para impactar la contención de costado y afortunadamente llevarse solo la fractura del brazo derecho y el tabique nasal. Pero el viernes, la sombra de la muerte paralizó la prueba de clasificación cuando el Simtek Ford del rookie austríaco Roland Ratzemberger, impactó de frente contra un muro a cerca de 300 km/h por el desprendimiento del ala delantera de su máquina.
Sid Watkins, el médico de la FIA y F1, era amigo personal de Senna. Relata que Ayrton estaba parado junto a él cuando le comunicó al manager de Simtek que su piloto estaba muerto. Senna no pudo asimilar el impacto de la noticia y lloró en su hombro.
"Ayrton -le dijo el profesional de salud que atendía a los pilotos y que gustaba de la pesca, como Senna- has sido campeón tres veces, eres el hombre más rápido del mundo, porque no lo dejas todo, yo también, y nos vamos a pescar". El as brasileño le contestó que era imposible.
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El domingo -como es habitual con los de aquella F1-, todos estamos mirando. Nos envuelve la expectativa del hecho deportivo, pero también la preocupación.
Ni bien puesta en marcha la carrera con Senna y el joven Michael Schumacher -Benetton Ford- en primera fila, en el medio de la grilla la máquina detenida del finlandés Jirki Jarvi Lehto ha sido embestida por la del portugués Pedro Lamy. Los pedazos de auto esparcidos como esquirlas han herido a nueve personas del público. El Auto de Seguridad -uno común, de serie- conduce la fila india a una velocidad que les impide a los F1 mantener una buena temperatura en las cubiertas.
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En la vuelta 6, la pista está en orden y todo recomienza. Los accidentes del fin de semana están frescos en las retinas de todos, afuera y adentro de los coches. Pero los pilotos han puesto en acción las técnicas de bloqueo psicológico que se les enseñan para enfocar el objetivo técnico de operar la máquina en cualquier condición con la destreza suficiente como para partir rápidamente; y el táctico para tratar de encontrar la línea que los lleve a salvo a Tosa por dentro -haciendo bien Tamburello y Villeneuve-, para luego encontrar el radio justo en Piratella, "Acque Minerali", la variante Alta, Rivazza y la chicana final que tan determinante es en el tiempo de vuelta. Senna conduce y Schumacher persigue.
Y otra vez Tamburello. La curva con muro a 300 kilómetros por hora, para que todo comience de nuevo. Como si no hubiera pasado nada con Rubinho ni con Ratzenberger.
Pero algo está mal -esta vez-. El Williams FW16 Renault sigue de largo a una tremenda velocidad e impacta el muro. La cámara de TV no se acerca tanto pero cuando lo hace nos permite ver el casco amarillo reclinado sobre el hombro derecho del ídolo y su cuerpo completamente quieto. Es el final. Ya lo hemos visto, otras veces, pero nunca con el más grande y no hay manera de entenderlo, ni de explicarlo.
¿La columna de dirección cortada? ¿Las gomas frías variaron la altura del auto? El error humano no entra en consideración, en este caso. Un proceso judicial tardará once años en exonerar de responsabilidades a Frank Williams, Patrick Head, Adrian Newey -del Team Williams-; Federico Bendinelli, Giorgio Poggi -funcionarios del circuito- y Roland Bruynseraede -de la FIA, director de la prueba-.
Eran las 14:17 horas de aquel 1° de mayo de 1994, aunque su deceso se certificará en Bologna, cuatro horas más tarde. Llevaba consigo una bandera de Austria para homenajear al compañero caído el sábado. Uno de los días más tristes para amar las carreras de autos. Se ha marchado el más grande de la era moderna en el deporte de las cuatro ruedas. Y no hay manera de remediarlo.
Cadena 3 Motor