Casi mata a un panadero en un asalto y ahora afronta una dura acusación

A Marcelo Hugo Martin (53) se lo acusa de ser el solitario ladrón que el domingo 16 de enero último a la tarde baleó al dueño de una panadería de Alto Alberdi, en la ciudad de Córdoba, en medio de un violento asalto. Ahora, irá a juicio bajo una acusación más que severa: homicidio criminis causae en grado de tentativa.

Traducido: intentó matar como represalia por no haber logrado concretar el robo.

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La víctima fue Luciano Pipino (24), quien recibió en el estómago un balazo que salió disparado de una pistola nueve milímetros. 

La filmación interna del local no deja margen a dudas: el disparo se le escapó al delincuente cuando intentó apoyar el arma en medio de ademanes de amenazas.

Apenas se produjo la detonación, el asaltante optó por escapar sin llevarse nada.

Pipino sufrió lesiones gravísimas en el estómago, el colon y un riñón, lo que obligó a que fuera intervenido de urgencia en el Sanatorio de la Cañada. Por fortuna, logró recuperarse.

Ocurrió en el local de Duarte Quirós al 2800, casi esquina con Espora. 

Martin ya tenía su prontuario manchado de la peor manera. En 2001 había sido condenado a 20 años de prisión como partícipe necesario de un homicidio en ocasión de robo. Se lo encontró culpable de haber integrado la banda que el 2 de diciembre de 2000 ejecutó un asalto que terminó en homicidio. 

Aquel día, al menos dos ladrones armados, con un tercero que hacía de "campana" afuera, ingresaron en un lubricentro de la avenida Fuerza Aérea al 1800. En medio del robo, un hijo del propietario se resistió, ante lo cual los delincuentes comenzaron a efectuar disparos. Uno de los balazos terminó por matar a un cliente, Héctor Elio Miranda.

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Hacía poco que había vuelto a la calle. Una semana después de balear al panadero, cayó detenido.

Ahora, el fiscal Rubén Caro lo acaba de mandar a juicio bajo una durísima figura penal, que supone una escala penal que arranca desde los 10 años de prisión. Como es reincidente, se especula con que puede recibir cerca del máximo, o sea el doble de tiempo.

"Marcelo Hugo Martin, al no lograr que la víctima cumpla con su orden –esto es entrega del dinero- y consecuentemente ver alterado su designio delictivo, le manifestó a Pipino: 'hijo de puta' y simultáneamente apunto el arma de fuego que portaba en su mano derecha en dirección al cuerpo del empleado Pipino, y con intenciones de darle muerte, le efectuó un disparo a muy corta distancia. El proyectil, accionado por el incoado Martín, impactó en la zona abdominal de Pipino, provocándole una herida perforante con orificio de entrada por su flanco izquierdo. Seguidamente, Martin, se dio a la fuga, mientras que la víctima fue asistida rápidamente por clientes que llegaron al local, como así también por efectivos policiales y servicio de EMI que lo traslado hasta el Sanatorio de la Cañada. Que de lo narrado precedentemente Luciano Pipino, no obstante las heridas recibidas, no le provocaron la muerte, viendo Martín frustrados sus fines homicidas", se lee en la elevación a juicio.

Y se explica la figura penal: "El ladrón ha vinculado ideológicamente el homicidio con el robo, sea como medio para cometerlo, ocultarlo, asegurar sus resultados o su impunidad, sea como manifestación de desprecio… Ello es así, toda vez que en el ánimo del autor quedo demostrado 'la intención de matar a otro por no haber logrado el fin propuesto al intentar otro delito'”.

Informe de Juan Federico.